Quizás hace unos años este aforismo era verdadero, porque las comidas tenían nutrientes verdaderos: azúcares –y no edulcorantes…-, grasas saturadas –y no leches 0% de grasas (¿!?)- aminoácidos que se encontraban en vegetales y animales y que usábamos para formar nuestras proteínas… Vitaminas y minerales obtenidos naturalmente de los alimentos y que ahora tenemos que buscarlos en las farmacias, etc.
¿Qué pasó en el ínterin?: la industria descubrió que la química era más barata que los nutrientes que nos proveía la naturaleza, duraban más tiempo sin echarse a perder, eran más ricos y, quizás lo más importante… era más fácil venderlos con una publicidad atractiva para grandes y chicos, con distintos colores y jingles pegadizos…
Y entonces aparecieron los NO-alimentos, aquellos productos realizados con fórmulas industriales, denominados ultraprocesados que, masticados penetran en nuestro organismo, para “nutrirnos”?, desde ya que no; porque NO podemos metabolizarlos al NO tener las enzimas digestivas. Sólo pueden calmar el apetito y la sed por poco tiempo… Y después, hay que volver a comprarlos! (Y a comerlos, porque nos quedamos con hambre!)
Pero estos productos no son inocuos… e incluso se los culpa de la epidemia de Enfermedades Crónicas no Transmisibles que nos afecta desde hace unos años, obesidad, diabetes, cardiovasculares y oncológicas -cáncer-, enfermedades respiratorias crónicas, disminución de las defensas naturales –sistema inmune-, virosis: se piensa que la actual pandemia provocada por el coronavirus está relacionada con las enfermedades mencionadas.
¿Qué podemos hacer entonces para mejorar nuestra salud? La solución podría estar en el cambio de la alimentación, tratando de buscar alimentos verdaderos, vegetales y animales, y desechando los químicos. Para ello es necesario concientizar a la población y tratar de comenzar a buscar los verdaderos alimentos. Sabemos que no es fácil cambiar nuestros hábitos, ni desde el punto de vista nutricional ni económico. Pero muchas personas, a raíz de la obligada cuarentena, que nos hace permanecer más tiempo en casa, se han volcado hacia la cocina con entusiasmo: el cocinar nuestros propios alimentos nos permite conocerlos y quererlos: “la cocina es amor”, decían nuestras abuelas… y por qué no?
¿Por dónde comenzar? Siempre es aconsejable presentar una rica ensalada, preparada con verduras crudas y/o cocidas que gusten a todos, si es posible…; y si no, utilizar recipientes distintos para separarlas.
Y diferentes acompañamientos: huevos duros, que pueden ser pisados con aceite, para usarlos como mayonesa, que siempre es aceptada por los chicos y evitamos los químicos; completar con choclos, arvejas, hongos, que pueden ser enlatados en agua para no tener tanto trabajo…
Una comida fácil y sencilla son los ricos bifes a la criolla, preparados con el mismo corte de las milanesas, con una receta sencilla: colocar en una cacerola 2 cucharadas de aceite de girasol, entibiar a fuego suave e incorporar 1-2 cebollas picadas para dar sabor, cuando estén transparentes agregar los trozos de carne e ir encimándolos prolijamente, continuar con trozos de verduras a gusto de la familia, zanahoria, apio, repollo, morrones verdes, rojos, amarillos, etc.; tapar y cocinar siempre a fuego bajo o medio, tratando que no se queme.
Cuando la carne esté cocida, agregar sal, pimienta, pimentón, orégano, comino…a gusto de los comensales, y revolver: apagar el fuego y dejar reposar por 10 minutos.
Si lo desean pueden agregar ajo bien picado, pero como no a todos les gusta, colocarlo en un recipiente pequeño de vidrio y agregar aceite de oliva: así se sirven a gusto!!
Evitar comer alimentos enlatados, como pescados: atún, caballa, jurel, sardinas, etc. porque las latas se pintan con bisfenol A, un disruptor endócrino muy potente, que se encuentra en pinturas y grasas; y alimentos ácidos como los tomates.
El bisfenol se encuentra en todas partes, incluso en las bolsas de plástico para guardar los alimentos si están mucho tiempo en contacto con ellos –en el freezer – se libera a temperaturas altas (botellas de plástico que estén al sol mucho tiempo, aunque sólo contengan agua).
Una vez ingerido es muy difícil eliminarla porque se une a las grasas de los distintos tejidos, afectando al sistema inmune: cáncer; hormonal: estimulación de hormonas sexuales en adolescentes; altera el comportamiento ocasionando hiperactividad y agresividad, incluso en bebes y niños pequeños; provoca daño cerebral; y disminuye los niveles de antioxidantes.
Dra. Elba Albertinazzi
Asoc. Arg. de Médicos Naturistas