¿Volverá a caminar?

Dr. Pichi se quedó duro de golpe y no puede caminar”. Tantas veces escuché o leí este mensaje… El perrito estaba perfectamente normal y de repente pegó un grito y se quedó petrificado. “No se lo puede tocar, le duele todo”. Si les pasa algo así llamen a su veterinario, y con mucho cuidado lo llevan a la clínica más cercana.  Pero ¿Qué le pasó a Pichi? Lo más probable es que haya tenido lo que llamamos un “pinzamiento de disco” en la columna vertebral. 
Entre los huesos de la columna, que se llaman vertebras, existen unas “almohadillas” que se llaman discos intervertebrales. Sirven para que el roce entre los huesos se amortigüe.  Con el paso del tiempo estos discos se secan, se endurecen, se calcifican y algunos pueden migrar hacia arriba, tocando a la médula espinal, que es la conexión del cerebro con el resto del cuerpo. La mayoría de los nervios que inervan todo el cuerpo pasan por ahí. Si el disco toca la médula, produce en el momento, mucho dolor y luego una inflamación que puede degenerar en parálisis. Ahí está el peligro. Si se daña la médula la cosa se complica mucho. Todo depende del grado de protrusión del disco: puede que toque y vuelva o se quede en el canal, lo que se denomina “hernia discal”. Es como una piedra en el zapato. Al principio molesta pero luego puede ocasionar mucho daño. A la mayoría los vemos cuando pasaron varios días: ya lo vieron, le dieron corticoides y analgésicos, pero el problema siguió avanzando, produciendo parálisis de diferente grado.
Es que los músculos de las patas de atrás no reciben energía y no se pueden mover. Aquí hay que evaluar si el daño es transitorio o permanente y cuán grave es la lesión. Soy de la época donde no teníamos los recursos que tenemos hoy en día. La resonancia magnética cambió mucho este diagnóstico. Por eso hacemos una buena semiología neurológica para evaluar bien el daño producido. Lo primero en evaluar es si hay sensibilidad o no. Aunque sea una sensibilidad profunda, es decir que apenas el cerebro recibe el impulso doloroso provocado por el veterinario. La maniobra es sencilla. Se pone al perro de costado, se pelliza entre los dedos y se observa el rostro a ver si da alguna señal de dolor. Puede ser que grite o nos mire mal o simplemente que detenga su respiración o dilate la pupila, dependiendo del grado de dolor provocado. Es fundamental que tenga esta sensibilidad profunda que, aunque débil, nos indica que la médula no está dañada totalmente. Aquí me detengo un poco para diferenciar, lo que es sentir dolor de lo que es retirar el miembro automáticamente cuando hago el pellizco. El reflejo de retirada es como su nombre lo indica un reflejo y se desencadena automáticamente, aunque la médula estuviera seccionada. Es más, cuanto mayor sea el reflejo mayor la lesión de la médula. Da la apariencia falsa de dolor, pero no. Luego viene lo más dramático. La pregunta que siempre nos hacen: “Dr ¿Va a volver a caminar?”  Aquí es donde la experiencia y el conocimiento entran en juego. Si hay sensibilidad profunda, aunque mínima, hay esperanzas. Pero el camino es complicado. Hay que medicarlos, hay que hacerlo orinar y defecar ayudando mecánicamente, porque en general no pueden solos, hay que poner un pañal para que la orina no escare la piel Hay que darle de comer, cuidarlo todo el tiempo. Hacer fisioterapia etc. La homeopatía hace maravillas en estos casos, sumado a regeneradores biológicos. Luego de dos semanas. Luego de soportar los consejos de vecinos, amigos, parientes que le van carcomiendo la cabeza: “Está sufriendo, habría que ponerlo a dormir”. Tengo muchos años de ver estos casos y mi tiempo de espera es de un mes. Si al mes no vuelven a caminar entonces estaría indicada la eutanasia. ¿Por qué un mes? Hace años atendí a una perra dóberman con parálisis del tren posterior por hernia vertebral. Se le hizo de todo: homeopatía, regeneradores, vitaminas, kinesio, etc. Pero no mejoraba. Un viernes me llama su dueño y me dice que había decidido tirar la toalla. El lunes se cumplía el mes de accidente. Le pido que esperemos a este fin de semana, para culminar los 30 días y el lunes a la tarde le reservaba un turno para la eutanasia. De paso podían despedirse, algo muy triste y penoso, pero importante. El lunes a las dos de la tarde, me llama llorando y me dice: Dr., se paró y está caminando. El milagro se hizo y esos 30 días marcan mi límite. La mayoría de los animales tratados se recuperan antes de los 30 días, si es que tienen la sensibilidad profunda. Hasta la próxima con salud y alegría.

Por MV. Jorge S. Muñoz
Médico veterinario homeópata
Atendemos días Martes y Sábado por la mañana.
Turnos al 114420-4998 y 4632-3558
homeopatia5@gmail.com | Facebook e Instagram: @homeovetmunoz

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