La piel es el mayor órgano del cuerpo de los animales. Dependiendo del tamaño del animal, promedia unos 2 metros cuadrados. Y pesa unos 5 Kg. Su espesor varía de 0,5 mm en los parpados hasta 4 mm en los pulpejos de las patitas. Actúa como una barrera protectora que separa al organismo del medio que lo rodea, protegiéndolo, pero también comunicándose con él. Es una nexo entre el interior y el exterior. De la piel dependen ciertas estructuras llamadas anexos cutáneos, como son los pelos, las uñas, las glándulas sebáceas, las glándulas sudoríparas. Tienen además terminaciones nerviosas que sirven para la comunicación con el medio ambiente. Sirven para sentir las sensaciones, como el frio, el calor, el dolor, etc. En los felinos esta sensibilidad de la piel es mayor, ya que por sus patitas los gatos, pueden tanto recibir información importante del exterior como dejar diversos mensajes: “ojo, que por aquí pasé yo y no quiero que nadie pase”, o “en este territorio hay mucho peligro”…. este último mensaje lo dejan grabado generalmente en la camilla de la veterinaria….Además, la piel tiene también receptores hormonales y de los llamados neurotransmisores, que van a producir cambios en la misma de acuerdo a como está el interior del organismo. Sobre todo a nivel emocional. Si el animal esta alerta, con miedo o con enojo, la piel se pondrá seca, fría, pálida y dejará huellas especiales en sus pulpejos. Si tiene fiebre, se pondrá colorada y caliente. Si el stress dura muchos días y se vuelve crónico, probablemente se llenará de granitos llamados pústulas, o los folículos pilosos que están en la piel se inflamarán y los pelitos se pararán en forma selectiva, pareciendo una piel apolillada. Si las hormonas están alteradas, también lo estará la piel: finita o gruesa. Caliente o fría. Con secreción sebácea abundante o muy seca… con los pelos brillantes u opacos. Esto quiere decir que la piel de los animales nos sirve a los veterinarios para descubrir si algo está mal, sobre todo si algo interno está mal. Actúa como si fuera una alarma. Se enciende la alarma: granitos, picazón, depilaciones, pelos parados, etc…. pero el problema no está en la piel sino en otro lado. Me hace acordar a una frase que decía mi abuelo “Te señalo la luna y vos mirás el dedo”… Es por eso que no hay que medicar a la piel, cuando esta nos está diciendo algo…. sino que hay que descubrir hacia donde nos está señalado. Por supuesto que hay excepciones en donde si hay problemas locales en la piel. Si hay una herida o una quemadura o una afección directa como las pulgas o la sarna…el problema es local. Pero eso ocurre en el menor de los casos. La homeopatía nos enseña a buscar síntomas de todo el animal, de su interior más profundo para poder elegir el mejor medicamento que hará que el mismo cuerpo se cure y la alarma se apague.
Salud y alegría. Hasta la próxima.
M.V. Jorge Muñoz
Médico veterinario homeópata