Frente a las nuevas medidas económicas, tomando al año 2024 como bisagra de las nuevas políticas, las marcas del sector “Natural” no han dejado de lado su compromiso con el medioambiente. Empresas nacionales han conseguido sus objetivos, como “plástico cero” (nos tomamos como ejemplo con Boti-k Puro), mientras que otras han redoblado la apuesta para el próximo año en la senda de la ecología, lo saludable y lo sustentable. ¿Cómo lo consiguieron y por qué decidieron invertir en esto a pesar de las dificultades económicas? Me permito el siguiente análisis:
“Invertir en tiempos de crisis”
Apostar a un mercado nuevo y global, que comenzará a materializarse recién a partir de 2026 debido a la gran crisis internacional, no es tarea sencilla. Muchos han aprovechado la crisis, sabiendo que no podían apostar a un crecimiento prolongado por la caída del consumo y la pérdida de competitividad, y decidieron enfocarse en lo que viene: el consumo global. La nueva demanda en crecimiento son los productos saludables, ecológicos y sustentables, donde la calidad no se negocia. Sin embargo, en tiempos de caída del consumo, esta apuesta puede convertirse en un arma de doble filo. De las crisis se sale con inversión, pero este es un país místico, no racional, y difícilmente la coyuntura ayude a las pymes.
“El desafío de ser competitivos en un mercado global”
Cuando no se es competitivo en un mercado global, es muy fácil quedar afuera. Para evitarlo, es necesario “jugar de local”, pero lamentablemente, en nuestro país eso no existe. Acá jugás de local en el fútbol, en los asados y en tu cumpleaños; los negocios son todos para los visitantes. En un libre mercado global, uno debe contar con herramientas coyunturales de apoyo; de lo contrario, es como alentar al suicidio de las pymes. Sin inversión, nadie puede superar una crisis. Y en este país de Alicia… no solo no hay crédito, sino que los precios aumentan tanto por inflación como por el dólar. Te corren el arco cada vez que pateas y te agrandan la cancha cada vez que estás por llegar; siempre pierde el pequeño inversor. Mientras tanto, los competidores globales cuentan con beneficios, acceso a tecnología y crédito, además de regulaciones que protegen a las pequeñas empresas locales y les permiten salir al mundo con “amortiguación”.
“Decisiones estratégicas para la rentabilidad”
Creo que la gran apuesta debería ser la profesionalización y el posicionamiento. Entre 2023 y 2024, la matriz productiva sufrió varias catástrofes. Muchas empresas y pequeños emprendedores enfrentaron problemas estructurales. Proveedores internacionales de materias primas e insumos se retiraron del país, y la imposibilidad de importar afectó de manera transversal a la industria argentina. Mientras tanto, técnicos y personal calificado emigraron en busca de mejores sueldos, dejando a las empresas nacionales sin insumos, materias primas, maquinaria, repuestos y servicios.
En estos casos, la rentabilidad pasa a segundo plano; la verdadera cuestión es decidir si reinvertir o cerrar, sabiendo que mínimamente quedan tres años de crisis local.
“Retroceder nunca, rendirse jamás”
Quienes decidimos reinvertir sabemos que hay que estar preparados para ingresar a un mercado global de alta demanda y excelencia. A nivel internacional, definir cuáles son los materiales más sustentables y ecológicos sigue siendo un debate controversial. Algunos materiales son biodegradables o de origen vegetal, pero su producción es altamente contaminante. La clave está en cambiar la matriz industrial para dejar de dañar el planeta.
La innovación y las exigencias de calidad que el primer mundo comienza a demandar son fundamentales para salir de la crisis global. Que los petrolatos y los plásticos estén en los envases es grave, pero que también estén en las fórmulas cosméticas y los alimentos es mucho más preocupante.
“¿Reestructurar el modelo de negocio?”
Reestructurar un modelo de negocio es una inversión cuantiosa. Aún no existen insumos infinitamente reciclables o biodegradables con producción limpia. Todo lo disponible en el mercado global es incipiente y, como tal, tiene un alto costo que cambia las reglas del juego. Este beneficio, tan importante para la salud humana y el medioambiente, es mucho más costoso, lo que implica que colaborar con la sustentabilidad tiene un costo extra.
Este costo adicional puede dejar a muchas empresas fuera del mercado masivo, relegándolas a un nicho muy pequeño en Sudamérica, obligándolas a emigrar hacia Norteamérica, Europa y Asia, donde los mercados son verdaderamente grandes.
“El desafío del 2025”
El 2025 también será un año bisagra. Hoy reina la incertidumbre y la imprevisibilidad; no es momento de definir metas y objetivos a corto plazo. Lo mejor será prepararse para lo que viene, porque el mundo no volverá a ser el mismo después del 2025.
Se redefinirá la política y la economía internacional, surgirán nuevos métodos de compra y venta, nuevos sistemas de pago y nuevos mercados. No todos estamos preparados para estos cambios ni para la velocidad de adaptación que exigirán. Estamos ante un nuevo paradigma, y su sello distintivo es la velocidad del cambio.
Por Ignacio Conde
iconde@fyn5.com