Se dice que entre el siglo XVII y XVIII llegó a Marruecos el té de la mano de diplomáticos europeos como regalo para el Rey. Enseguida se aficionaron a la bebida, se conformó una costumbre, un ritual al rededor del té como en tantos otros lugares del mundo.
El té que conocemos como marroquí o moruno es una mezcla de té verde chino (Gunpowder o Chun Mee), hojas frescas de menta y mucha azúcar.
El té es parte de la cultura, se lo toma a diario y es un signo de amistad. Se lo ofrece como cortesía antes de un negocio o en reuniones sociales. Rechazarlo se considera una falta de respeto y educación.
El té marroquí se gestó con los años y hay distintas historias sobre su origen, se dice que como habitan el desierto, muchas veces obtienen el agua para beber de pozos de dudable salubridad. Así es que comenzaron a hervir el agua para hacerla más apta para el consumo. Para darle sabor más agradable, le agregaban hierbas entre ellas la menta o la hierbabuena, otras veces especias como el cardamomo o la canela y también flores de azahar. Con la llegada del té y el azúcar esta agua caliente con menta se convirtió en té con menta y azúcar<