Pandemias, deforestación y desmonte

Los bosques están en crisis. Esta afirmación, por más contundente que sea, ya no sorprende a nadie. Es difícil recordar una época en la que los bosques no eran continuamente azotados por incendios y devastados por la producción agrícola, maderera y de combustible. Pero hoy, los efectos de la deforestación ya son ineludibles, y mirar hacia un costado atenta no sólo contra el ambiente en el que nos desarrollamos como personas sino en nuestra propia salud como individuos.

El 14 de Junio del 2020, plantee en forma de hipótesis en una nota, que fue publicada en algunos medios periodísticos de la Provincia de Buenos Aires, si… “¿La pandemia del CoronaVirus podría relacionarse con la falta de montes y bosques?”.

En aquella oportunidad, escribí: “El desmonte produce diversos problemas ambientales, pero hay otro efecto del que se suele hablar poco y que es clave para entender la pandemia: la deforestación favorece la propagación de nuevas enfermedades y el aumento de que, si hay desmonte, va a haber otro brote epidémico o pandémico, pero sí que cuanta mayor simplificación eco sistémica hay una mayor ventana de oportunidad para que muten nuevos virus y haya nuevos eventos zoonoticos. De esta forma, la pandemia visibiliza la interdependencia con el ambiente y las consecuencias que puede conllevar su deterioro de los montes, bosques y selvas”.

Grande fue la sorpresa cuando leí (13 de enero de 2021 – Infobae) una nota en donde se expresa que “La reducción de las masas forestales es una de las acciones humanas que aumentan la posibilidad de pandemias catastróficas. Un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Vida Silvestre Argentina indaga sobre sus causas”.

Es que la propagación y el surgimiento de enfermedades zoonóticas como el COVID-19 es un indicador de la presión acelerada que estamos ejerciendo sobre los sistemas naturales con nuestros actuales modelos de desarrollo no sostenible. La deforestación y la degradación forestal son los principales factores impulsores de las enfermedades zoonóticas. Cuando están sanos, los bosques son un amortiguador. Pero cuando los bosques son atacados, sus defensas se debilitan, ocasionando la propagación de enfermedades.

El mal manejo de los bosques está aumentando las emisiones de carbono, devastando la biodiversidad, destruyendo ecosistemas vitales y afectando los medios de vida y el bienestar de las comunidades locales y de las sociedades a nivel regional y mundial.

Las respuestas para abordar la deforestación y sus causas deben adaptarse a los contextos locales y regionales, y deben ser inclusivas y adaptables a lo largo del tiempo. No existe un enfoque único para todas las situaciones: las soluciones han resultado más efectivas cuando múltiples respuestas tienden a reforzarse entre sí y, a menudo, involucran alianzas públicas y privadas.

Se necesita un equilibrio entre la rigurosidad de las regulaciones y normas, y la capacidad de los productores, en particular los pequeños agricultores, para cumplirlas. Las economías ilegales y la corrupción persisten socavando la sostenibilidad: hay una necesidad urgente de mecanismos para asegurar una mayor rendición de cuentas y transparencia. Las respuestas en los países consumidores deben involucrar de manera más significativa a las partes interesadas de los países productores para desarrollar soluciones viables a largo plazo. Al buscar soluciones duraderas, las respuestas deben considerar frentes específicos, así como el momento propicio.

Lo importante NO es “quien” fue el primero o el último en plantear la hipótesis sino en TRABAJAR en EQUIPO en pos de una IDEA COMUN o en la implementación de una Política de Estado Ambiental.

La naturaleza nos brinda incondicionalmente recursos vitales para nuestra existencia. Está en nuestras manos impedir el avance de la deforestación y sus nocivas consecuencias, con la finalidad de garantizar la sostenibilidad del planeta.

Nunca olvidemos que los árboles son unas plantas increíbles. Cada uno de ellos es un ecosistema en sí mismo, un ecosistema que se ha tratar de cuidar, del mismo modo en el que ellos nos cuidan.

Los árboles y plantas son muy importantes para todos los nosotros, pues sin el oxígeno que expulsan sus hojas la vida en la Tierra sería muy distinta.

Cristián Frers
Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista)
cristianfrers@hotmail.com

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