Emergencia Ecológica por el Consumo Desnaturalizado

¿Consumimos para el abastecimiento personal de nuestras necesidades básicas, o como individuos que constituyen una sociedad orientada a consumir, consumir y consumir sin reparar en el impacto que esto genera? Atrapados en un círculo vicioso del que no podemos huir, llenando vacíos con cosas que no necesitamos, generamos más chatarra y contaminación en este último siglo que en los 2000 años anteriores. Además de que el 70% de lo que se consume no es de vital necesidad, el 90% de ese 70%, es basura de muy mala calidad y totalmente innecesaria, solo lo consumimos para mantener el sistema voraz en movimiento. Hoy día las personas tenemos a nuestro alcance todo tipo de productos, bienes y servicios para satisfacer nuestras necesidades, desde las más básicas hasta las más sofisticadas. Sin embargo, este aparente beneficio trae muy malas consecuencias a mediano y largo plazo. El consumo desmedido está derivando en un déficit de recursos no renovables o de muy lenta renovación y en una gran contaminación sin precedentes del agua, la tierra, el aire y los organismos vivos. Mientras los grandes aparatos comunicacionales del mundo incentivan el consumo de un modo enfermizo, como si solo se quisiera el colapso. Nadie repara en las consecuencias de ese consumo desnaturalizado. En los últimos años se ha comenzado a estudiar cómo consumimos y qué efectos tiene este hecho en el medio ambiente y la sociedad. Una parte minoritaria de la población mundial consume el 70% de la oferta del mercado. Un continente sumido en el tercer mundo, podría tener acceso a todo lo que se consume en el primer mundo, con solo recoger lo que otro continente tira a la basura. La población adiestrada psicológicamente descarga su ansiedad y pérdida del sentido de la vida en el hábito adictivo de consumir y consumir todo aquello que le dicta el mercado sin detenerse a pensar si le es útil o no. El impacto de este estado de cosas será devastador, el calentamiento global está generando un cambio climático sin precedentes en la era del hombre. Se están produciendo grandes desglaciaciones, inundaciones, sequías, desertificaciones, falta de alimento, epidemias. Estos desastres generarán conflictos sociales como la lucha por el agua y grandes migraciones, pero también una guerra sin cuartel por la explotación de los recursos en baja.

El planeta no soporta más este modo de producción contaminante y este estilo de vida consumista. La población mundial no llegará nunca al nivel de consumo de los países del primer mundo, pues se requerirían 4 planetas tierras para sostener este nivel de consumo. No se puede pretender reducir el calentamiento global y seguir con el mismo patrón cultural de consumo y desprecio por la vida. La pérdida de valores y principios éticos, nos hace perder el valor principal, el de proteger nuestra casa, nuestro hábitat, el mundo donde nosotros mismos vivimos está siendo destruido.

Atravesamos una crisis espiritual y filosófica profunda. A la crisis ambiental le corresponde una crisis en la pérdida de valores humanos fundamentales como nunca antes en la historia. La acumulación irracional de riquezas y poder sostenida por un sistema enfermo de producción y consumo masivo está destruyendo todos los valores humanos bajo la dictadura del dinero. Hoy día el dinero está por encima de la felicidad y la estabilidad humana y muy por encima del equilibrio de todos los ecosistemas del planeta. La corrupción es endémica al sistema y las voluntades se compran con dinero o se callan con dinero. El consumidor es el gran responsable de todo esto. Más allá de la coerción y manipulación que ejercen las grandes compañías multinacionales y los medios de comunicación masiva para incentivar el consumo desmedido, irracional y compulsivo, la decisión de qué compro, cómo lo compro y para qué lo compro sigue siendo nuestra, es del consumidor. Un consumidor consciente y responsable exigirá y demandará productos eco saludables y eco sustentables y si no, se abstendrá de consumirlo. Si todos hacemos el esfuerzo el sistema tendrá que autorregularse, de lo contrario nuestros hijos no tendrán un ambiente saludable donde desarrollarse como especie<

Ignacio Conde
iconde@fyn5.com

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