En la boca tenemos dos tipos de población bacteriana: una que afecta más a las encías y otra que es responsable de las caries. Estas bacterias viven mejor en un medio ácido. Junto con el consumo de azúcar y de carne, la acidez de la saliva también determinará la acidez de este hábitat.
El nivel de acidez salival depende tanto de factores genéticos como del seguimiento de una dieta equilibrada rica en vegetales, fruta y que incluya el consumo de aceite de oliva que impide la adhesión de la placa bacteriana al diente.
Conviene tener en cuenta además que el tejido de las encías es extremadamente sensible a los cambios hormonales, y tanto en la pubertad, el embarazo, como la menopausia, la mujer requiere ciertos cuidados adicionales en su salud bucal.
A veces la encía puede estar lesionada sin que haya una infección a causa de un exceso de presión en una parte determinada de la boca.
El estrés y la tensión pueden llevar a apretar los dientes hasta que la encía se encoge, se descarna y retrae.
Con ello el cuerpo está avisando de que hay una disfunción por solucionar.
“La encía no puede soportar el sobreesfuerzo que se hace inconscientemente y avisa para que rectifiquemos”, dice la dentista Ana Delgado.
Y es que la boca es una de las partes del cuerpo que más emociones expresa. Respiramos, comemos, hablamos y besamos con ella. Por si fuera poco, la sonrisa es la primera imagen interior de nosotros mismos que dejamos al descubierto ante los demás.
Aprender a cuidarla es algo que debe valorarse desde la más tierna infancia.
Silvia Diez