La palabra «Yoga» significa Unión: unión de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro Espíritu con Dios, en la forma que cada uno lo conciba; con el Universo, con esa energía suprema que nos ordena perfectamente donde sea que estemos, aquí y ahora.
A través del Yoga logramos una completa conexión con nosotros mismos; con nuestros pensamientos y energía. Y por supuesto, con nuestro cuerpo a través de las posturas (asanas). Así comenzamos a retraer nuestros sentidos para dedicarnos a la autoobservación. Y cuando uno mira hacia adentro, indefectiblemente comienza a cuestionarse muchos aspectos de la vida.
Cuando emprendí este hermoso recorrido de autoconocimiento, lo que más me resonaba era mi alimentación. Comía por el simple hecho de comer: porque había que hacerlo, según me habían inculcado casi por obligación. Y fue gracias al Yoga que empecé a conocer mi cuerpo y mis necesidades. Esto me llevó a des-aprender muchas cosas que creía correctas y a tomar nuevos hábitos ¿Que le doy de comer a mi cuerpo? ¿Lo nutro con alimentos ricos en energía vital (prana)? ¿De dónde proviene la comida que llevo a mi boca? ¿Cómo me siento después de comer frutas y verduras? ¿Presto atención a mis emociones a la hora de comer?
Uno de los beneficios más importantes que nos brinda la práctica de Yoga y que, asimismo, está ligado a una buena calidad alimentaria es el amigarse con la respiración. Ese sutil ir y venir del aire por nuestras fosas nasales que nos acompaña desde que nacemos hasta el momento de nuestro último aliento. ¿Cuántas veces al día nos detenemos a disfrutar de una buena respiración y agradecemos por este milagro? Cuando me alimento, ¿siento mi respiración? ¿Disfruto los sabores y las texturas de los mismos? La respiración oxigena todo nuestro organismo; favorece a la eliminación de toxinas; hace nuestro cuerpo fuerte, flexible y sano; provoca que la digestión se realice de una manera adecuada, asimilándose así fácilmente los nutrientes. Entre tantos otros beneficios, respirar conscientemente colabora al equilibrio cuerpo-mente-espíritu y con ese estado de paz y bienestar que todo Ser anhela.
Como dice la medicina Ayurveda: alimento es todo aquello que “entra” por los sentidos. Por esto, además de la comida debemos cuidar lo que ven nuestros ojos, lo que leemos, lo que vemos en la televisión o en el celular y más aún a la hora de comer. También es necesario estar atentos a nuestras emociones que son reflejo de nuestros pensamientos. No es lo mismo comer sintiéndose enojado, triste con respiraciones cortas o agitadas, que hacerlo en paz, felices y respirando lenta y profundamente. Mi consejo es transformar el momento de la alimentación en una meditación en movimiento. Regalarnos de este modo un momento sagrado y de atención plena, porque nos lo merecemos.
Nuestro cuerpo es el vehículo que nos llevará por el camino de la vida. Por ende, debemos mantenerlo en forma valiéndonos de la actividad física; cuidándolo con una buena alimentación e hidratación; oxigenándolo a través de una respiración consciente y nutriéndolo de pensamientos amorosos. Nuestra mente, el conductor de este vehículo, debe estar atenta, presente en el aquí y ahora. El Yoga es para todos. Deseo, a través de estas líneas, poder transmitirles algo de lo que significa para mí esta mágica filosofía milenaria y que se animen a vivenciarlo.
Samastha Loka Sukhino Bhavantu (Que todos los seres de todos los mundos sean eternamente felices)
Namasté