Soltar, bendecir, amar

Cuando la vida nos enfrenta a personas o situacio- nes que nos confunden, cuando nos encontramos metidos en hechos con los que no coincidimos, cuando las acciones de allegados no se corresponden con la manera propia de actuar; en esos momentos delicados se mueven estructuras y necesitamos saber dónde estamos parados.

Para comenzar con este trabajo de limpieza de energías, tendremos que reconocer que nadie tiene poder sobre nosotros… A menos que nosotros mismos se lo hayamos dado.
Cuando detectamos que es esa la situación, que la otra persona se tomó más atribuciones de las que le conciernen, tranquilamente, a solas, visualizándola, la nombramos y le decimos:
“Retiro el poder que tengas sobre mí”.
A continuación nos disponemos a sanar esa relación. Para ello debemos comprender que ante acontecimientos cruciales es sabio soltar, bendecir, amar.
¿Cómo se hace?
Reconociendo que lo más importante para nosotros, somos nosotros mismos. Y que solamente si sentimos en nuestro interior que actuamos bien, conforme a nuestros principios, estaremos en paz.
Una vez que establecimos la pureza de nuestras acciones, cuando reconocemos que no nos tenemos nada que reprochar, decimos que vamos a sanear esa relación. En estado de quietud, con firmeza y autoridad, imagi- namos a aquellos con los que tenemos diferencias y les decimos:
“Suelto ahora los lazos que nos unían. Te suelto para que continúes con tu camino y me quedo en paz”.
“Te bendigo, deseo para tu vida lo mejor. Que Dios en ti te colme de bendiciones”.
“El amor es el determinante en toda vida. El mismo amor se manifiesta en ti y en mí. Te envío mi amor y quedo libre”. Amén.
Soltar, bendecir, amar

Marta Susana Fleischer

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