La pérdida de masa muscular en las personas mayores comienza, como la disminución de la respuesta del Sistema Inmune, alrededor de los 40-50 años, dependiendo del estado de salud del organismo de cada persona.
Todos conocemos o hemos visto, a veces asombrados, incluso en TV y otros comentarios sobre los problemas de las personas mayores, pacientes de casi 100 años, que estaban saludables.
No solo sucedió en nuestro país sino también en Europa y otros lugares. Sería interesante entrevistarlas y preguntarles a que se debía su fortaleza para rechazar a las enfermedades, corona virus incluido.
El vivir con nuestro organismo sano nos permite tener el tiempo para prevenir las enfermedades, reforzando las defensas del organismo, como sucede con el defensivo por excelencia, el Sistema Inmune.
Actualmente se habla del envejecimiento a nivel nutricional: ¿en qué consiste nuestra alimentación? ¿Los alimentos que comemos contienen verdaderamente nutrientes naturales? ¿O a veces, son reemplazados por moléculas químicas, producidas por el hombre?
Comemos para alimentarnos: eso no se discute, pero si nuestros alimentos no son producidos por la naturaleza, o si reemplazamos una parte de lo natural por químicos, se alteran dos importantes sistemas del organismo: el sistema inmune y el sistema metabólico, ambos relacionados con todas las células del organismo.
Muchas veces conocemos al Sistema Inmune por algunas enfermedades lamentablemente comunes en estos momentos. El sistema metabólico o simplemente metabolismo es un conjunto de reacciones bioquímicas y procesos fisicoquímicos que se producen en el interior de cada célula del organismo de los seres vivos, en general para obtener energía: humanos, animales y vegetales, que nos permiten tener una vida sana.
La alteración del metabolismo se debe, en su mayor parte, al daño oxidativo que se produce en el interior de las células y contribuye a los procesos de envejecimiento celular.
¿Cómo solucionamos este problema? Yendo a lo práctico, aumentando en la vida diaria los alimentos que contengan sustancias defensivas, llamadas justamente antioxidantes, y son las vitaminas, minerales y fitonutrientes, estos últimos conocidos desde hace poco tiempo y que se encuentran naturalmente en los vegetales que comemos.
La función de los antioxidantes es prevenir, retardar y muchas veces revertir reacciones dañinas, como la oxidación en diversas moléculas biológicas importantes: proteínas, lípidos y ácidos nucleicos, entre ellas. Aunque también pueden hacerlo sobre aquellas que aún no conocemos: su actividad es buena para el organismo y mejora la calidad de vida a toda edad.
Entre los antioxidantes más conocidos encontramos la vitamina C, antioxidante por excelencia y el más antiguo conocido, ya que se conoce desde el descubrimiento de América, cuando incorporaron limones al agua que tomaban los marineros y evitaban el escorbuto, manteniéndolos sanos. La mejor forma de incorporar la Vit. C al organismo es a través de hojas verdes crudas (¡se destruye con calor!!), ajíes, brócoli, manzana, jugo de limón y arvejas crudas y frescas: no se encuentra en cereales, carne, pescado ni lácteos; puede agregarse a los alimentos, pero es la vitamina química sin efecto.
Para los fumadores: cada cigarrillo destruye 25 mg.
Otra vitamina casi desconocida hasta hace poco tiempo pero que se aconseja utilizar -previo dosaje en sangre- es la vitamina D: esta es una vitamina liposoluble- se disuelve sólo en aceites- por lo que hay que controlarla porque si hay un exceso en el organismo, se acumula calcio en la sangre (hipercalcemia), puede causar náuseas y vómitos, y podría provocar dolores óseos y cálculos de calcio (litiasis) en riñón contrariamente a lo que sucede con la vitamina C, que se disuelve en agua y su exceso, si es necesario, se elimina por orina.
La suplementación debe ser adecuada a cada enfermedad, y sobre todo, a cada persona, debe ser preventiva, comenzando en la adultez, y sin esperar que aparezcan los signos de desnutrición que pueden ser varios: debilidad y fatiga, irritabilidad, infecciones repetidas, piel, uñas y cabellos secos, entre otros.
Dra. Elba Albertinazzi
Asoc. Arg. de Médicos Naturistas