“Hacia dónde la mente va, el Chi va”
Poner, dar o prestar atención trata de habilitar mis sentidos hacia lo que estoy haciendo o está ocurriendo en este momento. De mi experiencia en la asistencia, concluyo que esta “guía” mucho refiere al acompañamiento para darse atención, poder observarse y así elegir cambiar.
Dar atención implica guiar mi energía, enfocarla y estar presente. La concepción china de que “Hacia dónde la mente va, el Chi va” o “Lo que la Mente hace, el Chi (Energía) hace”, da sentido a los resultados. Si la atención está descentralizada en muchos lugares o temas, la energía que dedico a lo que realizo es menor, se disipa con facilidad y velocidad. Atender muchos temas a la vez podría producir un desgaste mental, físico y emocional, que cada quién puede evaluar.
¿Atención? A mí, en primer lugar. Atención a mis palabras, pensamientos, acciones y emociones, sin simplificar, juzgar, minimizar ni subestimar, con conciencia, entrega, voluntad y verdad. Al observar y conectar con este momento se puede visualizar y sentir si lo que está pasando me gusta y significa…o no. Tal vez, las próximas decisiones podrían enfocar más y mejor el deseo.
A la ansiedad también se la puede poner sobre la mesa y la nombro porque parece que es la figurita repetida para excusarse y negar que todos – a veces- nos desatendemos y dejamos de dar atención a lo que nos acontece. La justificación no da ni mejora nuestra atención, no resuelve la ansiedad ni tampoco invita a cosechar distinto.
Entender que se elija dar atención a algo, es aceptar que la mente no es la única que participa en el juego. Acepto que no atiendo sólo por pensar, sino que atender también incluye actuar en consecuencia. Actuar en consecuencia es implicar a las partes físicas y emocionales también en el asunto. Poner atención en lo que me toca consigue que me involucre en eso, y puede que me haga responsable y creador de mi realidad.
Cuando desestimamos un poquito la idea –anticuada y sobrevalorada- de que todo lo resolvemos “razonando” aparece la realidad. Sabernos seres no sólo mentales, sino físicos y emocionales, termina dándonos aire y achicando la ansiedad creada por pensamientos intrusivos, que no colaboran y que no dejarán de aparecer hasta que decidamos dar otro próximo paso que será cambiarlos. Así, se consigue cambiar esos patrones neuronales negativos y crear lo que, poniendo atención, cuerpo y corazón, vemos que queremos vivir. Empecemos por dar atención honesta, conectada con el propio sentir y no tanto por conductas que se arrastran sin cuestionar y que dejaron de sumar.
“La atención se puede definir como la capacidad de seleccionar y concentrarse en los estímulos relevantes”. ¿Qué es relevante para cada uno? Cuestionarse sin buscar respuestas definidas ni culpables, alineando la energía hacia los propósitos que nos identifican en esencia es al menos, interesante. Al principio podemos encontrarnos con una lluvia de juicios y costumbres en las que crecimos, y si el compromiso aún acompaña, puede que podamos hacer caso omiso a los pensamientos intrusivos, procastinadores que aparecen, para dar atención a lo que nos interesa de forma real, profunda, sincera, sin apurarse tanto para poder digerir y finalmente actuar en consecuencia.
“La atención tiene componentes conductuales, no es un proceso que se realiza siempre de igual manera. La motivación y la emoción son factores determinantes de la atención: si hay factores de interés se estrecha el foco atencional.” Attention, Teory and Practice, de Addie Johnson y Robert W. Proctor
La intención de estas líneas es invitar a darle atención a tu juego y ponerte EN ACCIÓN. Primero atiendo mi juego, porque los juegos de todos luego se integran solos. Me veo hoy y ahora pensando, sintiendo, haciendo, diciendo. Si pongo atención y vuelvo a mirar, ¿volveré a elegir lo mismo?
Marina Ardenghi
Health Coach – Lic. en Química
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