Radha Vega llega grácil a la entrevista, sonríe y da dos besos. Con movimientos rápidos y risa fácil, su energía me relaja; si tuviera que darle un color, sería azul y rosa. Uno siempre trata de definir a las personas cuando las conoce. Radha es muchas cosas, pero profesionalmente se desarrolla como acompañante terapéutica, bailarina, profesora de yoga y meditación. Ni bien se sienta, me dice: “¿Sabés que estoy dentro del espectro?”. “Sí, claro”, le respondo, acomodando la pavita de té en línea con la taza. Rápidamente iniciamos la charla.
Radha: Quisiera hablar del autismo en femenino. Porque el autismo siempre fue contemplado por la medicina desde lo masculino y, aún más, desde la heteronorma (masculino y femenino). La medicina y la psicología clínica tomaron como referencia la psiquis de lo masculino: varones en la niñez. Dejando también abandonados a los varones adultos dentro del espectro autista.
Cecilia: ¿Por qué hacés esta salvedad de géneros?
R: Porque al varón le cuesta mucho más. Socialmente tiene el estigma de no poder expresar lo que le sucede, ¿no? De por sí. Y las mujeres nos adaptamos más para sobrevivir.
C: ¿Hace poco tiempo que se investiga sobre las implicancias y características de las personas dentro del espectro autista?
R: No tan pocos años. Ya el doctor Asperger (1906-1980) —muy discutido porque sus investigaciones fueron financiadas durante el nazismo— amplió el panorama del autismo. En sus observaciones —que fueron muy particulares— no nombra a niñas, pero sí abre un paréntesis muy interesante que hoy nos sirve para entender las neurodiversidades. Planteó observaciones que no se habían hecho dentro del mundo de la psicología. ¿Sabés que no hay ningún relato de Lacan, Freud o Jung acerca de las neurodivergencias? Aunque hubo una psicóloga rusa que habló sobre el autismo en femenino, sus investigaciones no fueron reconocidas a nivel clínico.
C: ¿Y cómo habla el autismo femenino? ¿Qué dice?
R: El autismo femenino es sumamente distinto al masculino. Aclaro que yo no represento todo el espectro, ¿no? Obviamente.
Yo lo he vivido en el mundo verbal y no verbal. Y en un mundo tan verbal, no serlo complica la expresión. Es tan importante el vocablo. La palabra es un símbolo. Y es mucho más complejo cuando hay que empezar a desmenuzarlo. No es igual si vivo en una sociedad japonesa, en una sociedad argentina, si soy latina, qué acceso tengo a terapias…
Acá en Buenos Aires, las personas no te dicen: “¿Querés que nos encontremos?”. Dicen: “¿Qué hacés hoy?”. Eso puede ser muy confuso para una persona neurodivergente. ¿A qué se refiere? ¿Cómo lo decodifico? Tengo que hacer el esfuerzo de comprender.
C: ¿Estás hablando de que es muy difícil comprender el metalenguaje?
R: Sí, pero depende de las sociedades. Tengo una amiga de República Checa y amigas japonesas, y ellas me dicen que no tienen esa “especulación” del vocablo. Entonces, el autismo y el autismo femenino también se ven complejizados o aliviados según el contexto social. Y ni hablar del contexto económico. No está separado de lo social ni de lo económico.
C: ¿Qué diferencias ves en otras sociedades?
R: En España, las personas neurodivergentes tienen muchos más recursos y subsidios para sus terapias, que son sumamente necesarias. (Bueno, ahora también están sufriendo un recorte en ayudas estatales). Pero las mujeres latinas que crecimos en contextos de clase trabajadora tuvimos que hacer un esfuerzo mayor. Y ese esfuerzo nos generó un recurso: el de desarrollarnos. No tuvimos otra opción. Por eso vemos mujeres que alcanzan niveles profesionales y, por ejemplo, no pueden atarse los cordones o realizar tareas simples.
C: ¿Qué terapia te ayudó a desarrollarte?
R: Para mí, la terapia ocupacional es fundamental. Me ayudó a que mis grandes ideas —porque realmente son grandes— se concretaran. Mi terapeuta me ayudó a ordenar, fragmentar y materializar proyectos. Gracias a eso, hoy colaboro en cuatro universidades. Soy la primera mujer en Latinoamérica que lleva un proyecto corporal a una universidad, en paralelo a lo académico, sin ser docente académica.
C: ¿Cómo es un taller tuyo en la universidad?
R: Armé un programa que se llama Yoga, Meditación y Creatividad. Al principio, cuando me preguntaban cómo era trabajar meditación en autismo, recibí el apoyo de grandes profesionales porque creyeron en mi trabajo, pero primero me vieron trabajar. Colaboro, por ejemplo, en la Universidad de Neuquén, en la parte de medicina, que tiene un posgrado en autismo.
C: Volviendo al autismo en femenino, ¿hay particularidades que aún hoy son tabú? ¿A qué preconceptos te enfrentás?
R: Miles. Cuando empecé a hablar de cuerpos sexuales en mujeres neurodivergentes, por ejemplo. Algo tan básico como ir al ginecólogo. ¡Las mujeres dentro del espectro también necesitamos ir al ginecólogo! Requiere diálogo, profesionales aptos. Hay que dar respuestas claras y anticipar lo que va a suceder. La anticipación a través de pictogramas es clave. Los pictogramas nos ordenan la vida. De formación académica, soy “acompañante terapéutica”, y veo madres de pacientes míos, como Cari Martínez, de enorme creatividad; utiliza los pictogramas con sus hijas con una facilidad admirable.
En dos oportunidades tuve que acompañar a mujeres al ginecólogo. Un caso que me impactó mucho fue el de una adulta de 46 años, que vivió una situación muy dura en consulta ginecológica. Se enteró, con la ayuda de su psicóloga y la ginecóloga –que me lo comunicó a mí–, que le habían cosido las trompas sin su consentimiento años atrás. Fue muy fuerte.
Parte del trabajo que realizo sobre sexualidad lo hago junto a Silvina Peirano, profesora de educación especial, especialista en sexualidad y diversidad funcional y con la Lic. María Elena Villa Abrille, psicóloga y sexóloga. Yo me formé con ellas.
Debemos entender que necesitamos abordar el consentimiento. Yo trabajo mucho sobre el consentimiento en mis clases porque, al enseñar yoga y danza y meditación, no concibo la clase solo como algo corporal, también hablo del simbolismo y del consentimiento. Entiendo que para incluirnos en la sociedad primero necesitamos relatar el mundo que nos rodea.
Continuará…
Por Cecilia Andrada/Periodico Convivir
Podes contactar o saber más de Radha en @radhayogaestudio Radhacontacto@gmail.com