El árbol de las hojas de oro

Existe un árbol, en China, Japón y Corea cuyas cualidades específicas no pasan desapercibidas para el mundo.  Sus hojas con singular forma de abanico, han sido consideradas por los científicos como un tesoro de propiedades medicinales geriátricas. Charles Darwin llamó al hermoso árbol “fósil viviente” ya que ha existido sin cambios esenciales desde hace millones de años, en la era mesozoica.

El Ginkgo del Templo de Yongmunsa en la Provincia de Kyonggi-do en Corea ha sido designado Monumento Natural, con 64 metros de altura, lo cual equivale a 20 pisos de un edificio. Su tronco mide 14 metros de circunferencia y se estima tiene ya 1100 años de edad.  En Japón se le llama “el árbol que escupe fuego” y en China “el árbol que come fuego” refiriéndose a la extraordinaria resistencia que su madera ofrece a la combustión. Por ese motivo es frecuente construir cercas para las viviendas con troncos de ginkgo.

Su capacidad para purificar el aire de monóxido de carbono es dos veces superior a la del plátano y 8 veces mayor que la del pino, por esa razón se lo prefiere para ser plantado a lo largo de las carreteras.

Los extractos de sus hojas contienen Ginkgo Flavoneglucosidos que son la base para fabricar medicinas que facilitan la circulación de la sangre, de ahí su uso en geriatría, también de sus hojas se extrae Ginkgolide con el que se combate el cáncer y otros problemas como el asma, el reumatismo y aún las enfermedades del corazón.

El Bilobalide, extraído del Ginkgo es una sustancia considerada extraordinaria para tratar problemas neuropsiquiátricos incluyendo el retardo mental.

Este árbol tan hermoso a la vista y tan útil en sus servicios se encuentra en China, Japón y Corea, siendo muy alta actualmente la demanda de sus hojas y su madera en todo el mundo.

El actual éxito del árbol Ginkgo en Corea se apoya mucho en la dedicación de una persona en particular a su estudio específico, el Sr. Yi Chong U, cuyo sobrenombre es “Dr. Ginkgo”, ha trabajado durante 24 años para encontrar un método que acelere el crecimiento normal del árbol y su propagación por toda la nación. Su primera investigación tuvo como objetivo acelerar su fructificación calculada en más de 30 años. 

Plantó semillas, hizo injertos y después de 20 años de experimentación descubrió el secreto de la aceleración de su desarrollo, consiguiendo hacerlo en doce años de la vida del árbol. Su sacrificio ha logrado que en la actualidad Corea sea el mayor exportador de hojas de Ginkgo del mundo, convirtiendo un árbol de crecimiento lento y efectos tóxicos en el fabuloso árbol de las hojas de oro de la actualidad.

La maravillosa Madre Naturaleza nos ofrece sus prodigios, en ellos está la respuesta y la curación a todos los males que nos aquejan, como pensaba Hahnemann, si sabemos escuchar sus secretos a veces dichos en voz muy baja.

Ruth África Fernández

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