La humanidad en general, y una elite en particular, pasaron los últimos 300 años depredando el planeta y todos sus recursos. La explotación ilimitada de estos recursos no renovables, presenta en los últimos 70 años, grandes problemáticas y dificultades para ser sostenibles a corto y mediano plazo, siendo inviable un futuro a la distancia. No solo no se logró consenso para un cambio de paradigma, sino que surgió el make-up más refinado, programado y perverso del mundo, desarrollado por grandes compañías y organismos internacionales: El “Greenwashing”.
Negociados internacionales por la emisión de gases; proliferación y expansión de ONG’S en todo el mundo con un estudiado make-up “verde”, financiadas por los mismos magnates y las mismas compañías multinacionales que trabajan codo a codo para lograr difusión en los grandes medios y una gran presencia en las redes sociales; plataformas que utilizan para convencernos a nosotros, los de a pie, que somos los responsables de todo lo que ellos causaron en 300 años de avaricia y descontrol depredador.
Deforestación indiscriminada de bosques, selvas y montes nativos. Desertificación por la actividad agropecuaria masiva y la siembra directa con toneladas de químicos y venenos que vuelven la tierra infértil. Explotación intensiva en los mares, ríos y montañas. Desechos, basura y chatarra en todos los confines de la tierra y de los mares, y ahora en el espacio, con el peligro de la chatarra espacial cayendo sobre nuestras cabezas en cualquier momento.
¿Seremos capaces de reaccionar? ¿De despertar y esquivar el golpe? ¿O seremos cómplices silenciosos de la depredación y el ecocidio del cual estamos siendo testigos? Las próximas generaciones no nos juzgarán por nuestras acciones, porque no tendrán medios para hacerlo.
Nada ha quedado sin contaminar, nada ha quedado sin pervertir. Nada ha sido hecho con la intención de preservar la especie o evolucionar. Todo ha sido hecho para la satisfacción de unos pocos, de una elite depredadora que mantiene a los gobiernos lacayos jugando con “papelitos de colores”, controlando, amedrentando y embruteciendo una población colonizada e ignorante, atrapada en el consumismo y la banalidad, mientras nos enredamos apocalípticamente sobre nuestras propias miserias rodando cuesta abajo en la escala evolutiva.
Siempre en huida o en ataque mortal, la humanidad se precipita al abismo del absurdo sin comprender su entorno, ni las especies vivas que la rodean, ni su lugar sobre la tierra, ni su función como Ser Humano. Todo lo que aprendió en siglos de miseria, guerra y peste, en el sacrificio por el progreso y la evolución de la especie, parece haberse olvidado a los pies del transhumanismo; ídolos de barro en tiempos babélicos, donde ante el inminente colapso todos hablan de otra cosa.
El ser humano evoluciona en forma individual mucho más rápido de lo que lo hace la humanidad en su conjunto, por eso el establishment instaura cada tanto una purga, para ralentizar la pérdida de poder. La Humanidad deberá aprender de sus errores y no seguir progresando en ellos, eso sería ignorancia y torpeza.
La humanidad se encuentra en una encrucijada, entre recuperar el poder y transformar el entorno; en un regreso a la naturaleza o abortarse completamente de ella, volviéndose una “machine”. Lo próximo que el ser humano tiene que aprender y de esto depende su supervivencia, es a crearse un medioambiente propicio para su evolución y supervivencia. Esa es la guerra que hoy, como humanidad, estamos perdiendo. Una guerra con nosotros mismos, donde todos perdemos, pero parece no ser importante y pasa desapercibida, una vez más.
Criticando y viendo la paja en el ojo ajeno, no somos capaces de ver el sufrimiento que provocamos con nuestra apatía y desidia, ignorando todo el daño hecho a todas las especies vivas, incluyéndonos. Porque no basta con odiarnos y creernos inútiles e inservibles como especie; una culpa masiva y generalizada que infunden unos pocos sobre la totalidad de la especie. Si tan solo comprendiéramos que es más sencillo salir de la trampa que seguir en ella… que basta con embellecer nuestro entorno, hacerlo acogedor y preservarlo natural, sin interferir con el proceso de la naturaleza para recrearse y regenerar el agua, el oxígeno, la fertilidad, la vida.
Dejar de depredar en forma serial a la naturaleza, para volver a ser sus ángeles protectores.
Por Ignacio Conde
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