Historia del propóleos

El propóleos ha estado presente en la humanidad desde ya hace muchísimos años, siendo la época del Antiguo Egipto la referencia más lejana que se registra.  Utilizado por sacerdotes para propósitos medicinales, químicos, y mayormente en embalsamamientos. De acuerdo a investigaciones científicas, la conservación de las momias hasta la actualidad se debe al uso de esta sustancia de origen natural. Años más tarde sería utilizado por los griegos para la creación de perfumes y fragancias. Su nombre fue acuñado oficialmente: la palabra propóleos procede del griego Propolis cuya denominación es “defensa de la ciudad”.  

Esta sustancia es mencionada – junto a la cera – como medicina efectiva, en el primer libro médico de la historia, escrito en el papiro de Ebers aprox. en el 1700 a.C; siendo conocido como Libro de preparación de medicamentos para todas las partes del cuerpo humano. También existen referencias al propóleos en otras civilizaciones como la china, hindú, romana, persa, e inca. 

En la Biblia se conoce al propóleos con otro término: tzorí. Primeramente, cuando José fue vendido a los ismaelitas que viajaban de Galaad (Guilad) a Egipto, se menciona que en la caravana de camellos se transportaban perfumes, bálsamo (propóleos) y mirra (Génesis 37:25). Luego, cuando Jacob le hace la petición a sus hijos para que le lleven al primer ministro de Egipto como ofrenda, lo mejor que se encontrase en el país de Canaán: “un poco de bálsamo (tzorí) y un poco de miel, perfumes, mirra, pistachos y almendras” (Génesis 43:11), alrededor del año 1.700 a.C.

Los profetas hebreos conocían esta sustancia como bálsamo de Galaad o Judea, o simplemente se referían a esta como resina (tzorí), la cual se utilizaba en el área médica (Jeremías 8:22; 46:11 y 51:8, Ezequiel 27:17). 

En la Edad de Bronce se usaba el propóleos para las trepanaciones de cráneo que se practicaban en esa época. También era empleado por los Incas como tratamiento para los procesos inflamatorios febriles y las heridas con infecciones.

Para el siglo XI, el notable médico y filósofo persa Avicena, implementaba el uso de esta sustancia para curar las heridas de flechas. De igual forma Ambroise Paré, pionero y padre de la cirugía francesa, el cual ideó la propuesta de la ligadura de las arterias en sustitución de la cauterización, empleaba el propóleos con fines médicos.

En la actualidad el propóleos es utilizado ampliamente en el campo de la medicina, gracias a su acción antibiótica, antinflamatoria, antibacteriana, antiviral, antialérgica y analgésica; bien sea para tratar enfermedades respiratorias, gripes, resfriados e infecciones; y como tratamiento avanzado de heridas

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