El 8 de julio es el Día de la Acción Ambiental por la Cuenca Matanza Riachuelo ¿qué pasa con el riachuelo? ¿cómo llegó a ser lo que es? Si miramos la historia argentina y la historia de la contaminación Cuenca Matanza Riachuelo, nos damos cuenta de que fueron muy a la par. Esta cuenca que hoy se ubica en la zona más urbanizada del país y aloja a un 15% de la población total. Fue el centro de la producción de carnes para exportar en el siglo XIX, y ya en ese entonces se comenzaba a hablar de la contaminación y sus riesgos para la salud. Hubo una denuncia de una serie de saladeros al Estado por la clausura de algunas de sus plantas. La corte evaluó el caso y falló en contra de los saladeros estableciendo que no tenían derecho a producir si eso implicaba esparcir “la muerte y la enfermedad”. El problema es que ese fallo no detuvo nada y hoy en la cuenca es uno de los diez lugares más contaminados del mundo, donde se encuentran desde los enormes Coca Cola o Shell, hasta industrias más pequeñas. Todas vuelcan sus desechos en el torrente de agua que recorre la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires.
Esta cuenca tiene 64 km y un territorio de unos 2000 km2 en los que se encuentran entre 5 y 6 millones de personas viviendo y 13 mil industrias funcionando. Desde hace casi 15 años existe una entidad encargada de gestionar y administrar el saneamiento del Riachuelo sin demasiado éxito según denuncian año a año ONGs ambientalistas designadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) para hacer un seguimiento del proceso. Esta entidad de gestión del saneamiento y el control por parte de organizaciones de la sociedad civil se pautó a partir de una causa que inició en 2004. Un grupo de vecinos inició una demanda contra el Estado Nacional, la provincia de Buenos Aires, el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 44 empresas por daños y perjuicios sufridos a raíz de la contaminación del Riachuelo.
Este proceso llegó a la CSJN y en 2006 esta intimó a los demandados a presentar un plan de saneamiento de la cuenca y creó la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), encargada de coordinar el trabajo con los tres gobiernos que tienen competencia en el territorio: Nación, provincia de Buenos Aires y Ciudad Autónoma de Buenos Aires para evitar frenos y negligencias por la cantidad de jurisdicciones que atraviesa la cuenca.
Hoy la zona de la cuenca del Riachuelo muestra índices de mortalidad altísimos, con una expectativa de vida mucho más baja a las otras localidades linderas de la provincia, y a las comunas de CABA que no dan a la cuenca. Cada día el Riachuelo recibe casi 90 mil metros cúbicos de desechos industriales de fábricas instaladas en sus orillas. Y a estos se les suman 368 mil metros cúbicos de aguas servidas por día y los más de cien basurales a cielo abierto. El agua tiene niveles de mercurio, zinc, plomo y cromo de hasta cincuenta veces más de lo permitido, pero no sólo se encuentra en el agua. ACUMAR midió este año la presencia de material particular (PM10) como polvo hollín, humo y aerosol. Se trata de partículas emitidas por uso de diésel, quema de residuos y plantas generadoras de energía con carbón. El informe reportó 120 microgramos por metro cúbico (µg/m3) de PM10, el parámetro de la OMS fija un umbral de 20 µg/m3 de PM10 como promedio anual.
Y la contaminación está además en los cuerpos de quienes viven en la cuenca del Riachuelo. En el segundo semestre del 2018 un estudio realizado en 962 niños menores de 6 años que viven en la cuenca mostró que el 25% de tiene plomo en sangre. El conflicto es que el plomo compite en el organismo con el calcio y el hierro, lo que afecta el desarrollo del aprendizaje, puede causar anemia, cefaleas, insomnio, afectar la memoria, el humor o causar dolores corporales.
El Riachuelo cuenta la historia del desarrollo del país, de la industria de la carne, la leve industrialización, la centralización de la actividad económica en Buenos Aires y la drástica desigualdad. En la cuenca Matanza-Riachuelo conviven monumentales empresas multinacionales y las personas mas marginadas, más vulnerables. Se vive sin cloacas, con más de un siglo de contaminación del aire y el agua sin pausas. Como parte del proyecto de ACUMAR deberían relocalizarse personas, pero esto aún no se dió; deberían volver ecológicamente sustentables las industrias en las orillas del río, pero fueron muy pocas las plantas reconvertidas a la fecha; y deberían construirse cloacas, una obra que inició en 2015 y en teoría debería terminarse en 2023.
El territorio de la cuenca Matanza-Riachuelo es la imagen de la discriminación ambiental. Son los sectores más poderosos del país los que instalados en el punto más poblado contaminan el agua, el aire y enferman a la gente, y son los sectores más marginados y vulnerables los que lo padecen directamente. Es el ejemplo perfecto de por qué la lucha por la protección del ambiente y el viraje hacía una producción sustentable no es un problema de las clases medias y altas, los principales afectados son los sectores marginados, vulnerables. Las imágenes del Apocalipsis ambiental, del colapso que muestran las series y películas no es un futuro, ya es una realidad, solo que de aquellos que no llegan a hacer suficiente ruido con su reclamo. La defensa de la justicia ambiental es defensa de la justicia social y los derechos humanos.
Catalina Llarin
CONVIVIR