Los probióticos y la prevención de infecciones

Cada persona es portadora de al menos diez microorganismos (principalmente bacterias) por cada célula de su cuerpo. Esta microbiota, comienza a constituirse y convivir con la persona desde el momento del nacimiento, y se establece de manera estable a partir de los 3 o 4 años de edad y acompañará a la persona durante toda la vida. Trabajos científicos recientes indican la posibilidad de que ya durante el embarazo (a partir del segundo semestre), parte de la microbiota de la madre pase al feto y comience a colonizar el intestino y otros tejidos del bebé en desarrollo. Esta microbiota humana, además de habitar en el intestino, se localiza además sobre la piel, las vías respiratorias, la boca, garganta, vagina, uñas, pelo, etc. 

Se cree que el tipo o clase de bacteria (género y especie) que conforma la microbiota de la persona tiene una gran influencia (para bien o para mal) sobre la salud del individuo. La presencia de ciertos tipos de bacterias y levaduras (una forma de hongo) sobre la piel o en los intestinos está asociada a la susceptibilidad a alergias y desórdenes intestinales (inflamación, colitis, constipación, úlceras) respectivamente. Por el contrario, la presencia de otro tipo de bacterias (Lactobacillus, Bifidobacterium, Prevotella y Bacillus) está asociada a un mayor bienestar o eubiosis (equilibrio) de la persona. Un motivo por el cual este tipo de bacterias beneficiosas (o probióticas) ayudan a una mayor salud de la persona es porque colaboran en la prevención de enfermedades infecciosas producidas por otro tipo de microorganismos llamados patógenos. 

Una clase novedosa de probiótico en nuestro país (Probiótico Kyojin), está representado por bacterias del género Bacillus y la especie subtilis, que tiene la particularidad de formar un tipo de célula muy resistente llamada espora o endoespora. Las esporas poseen la robustez de una roca y la latencia y vitalidad de una semilla. Estando B. subtilis como espora, es inerte y resistente (no requiere refrigeración y es sumamente estable), se puede congelar, e inclusive se puede agregar a una torta o masa para hornear sin perder sus propiedades, pudiendo incorporarse así a diferentes alimentos más allá de los probióticos lácticos tradicionales derivados de la leche (yogures probióticos). La espora probiótica ingerida con algún alimento (sólido o líquido, frío o caliente) atraviesa, con la robustez de una roca, de manera exitosa el ambiente inhóspito y ácido del estómago, arriba 100 % viable al intestino, donde a la manera de una semilla germina dando lugar a la aparición del probiótico activo. 

Diversos trabajos científicos llevados a cabo en nuestro país y en el extranjero han demostrado la capacidad de B. subtilis para la prevención y combate de enfermedades infecciosas. Un trabajo de colaboración científica entre investigadores del CONICET y del Central Food Technological Research Institute (CFTRI) de India demostró la capacidad de B. subtilis, junto a una bacteria probiótica láctica (Leuconostoc mesenteroides), de inhibir el desarrollo de la bacteria causante del Cólera (Vibrio Cholerae). Estos ensayos fueron realizados tanto in vitro como luego de la incorporación de ambas bacterias probióticas (B. subtilis y L. mesenteroides) en un alimento popular de India denominado Malted Ragi, que se prepara a partir de la fermentación del mijo (más económico que el maíz). La sinergia producida entre B. subtilis y la bacteria láctica, aumentó el contenido de esta última, inhibió el desarrollo del patógeno V. cholerae, aumentó el contenido de ácidos grasos de cadena corta (propiónico y butirato) y cadenalarga (linoleico y linolénico) beneficiosos para la salud; así como también se produjo un mayor contenido en el alimento de minerales como hierro y zinc. 

En 2017, el mismo grupo de investigación del CONICET, profundizando sus estudios sobre las propiedades anti-infecciosas de B. subtilis, reportó la capacidad de dicha bacteria probiótica de interferir de manera específica y efectiva la adherencia de diversas bacterias patógenas (por ejemplo, Staphylococcus aureus, Enterococcus faecalis y Listeria monocytogenes) a proteínas de la matriz extracelular de tejidos (MECT). La adherencia temprana de patógenos a proteínas, como el colágeno y la fibronectina de la MECT, asemeja a lo que sería en una guerra el establecimiento de “una cabecera de playa” que muchas veces representa el primer paso previo a una batalla o en nuestro caso al inicio de una infección. B. subtilis, al ser consumido como un probiótico, y estar ya presente en las mucosas de las personas impediría la adherencia del patógeno y de esta manera ayudaría a prevenir el desarrollo de la enfermedad infecciosa (mecanismo de exclusión competitiva). Inclusive, una vez iniciada la enfermedad infecciosa, B. subtilis puede colaborar en la erradicación de la misma. 

En un trabajo de 2018, publicado por investigadores del NIH (Instituto Nacional de la Salud) de EE.UU., Tailandia y Corea del Sur, se demostró que B. subtilis producía antibióticos naturales del tipo lipopeptídico que, más allá de sus actividades antivirales y antifúngicas, interferían con la capacidad del patógeno bacteriano Staphylococcus aureus (causante de intoxicaciones intestinales, infecciones de la piel, vías aéreas, y septicemias recurrentes que llevan a cardiopatías crónicas) de comunicarse entre sí (interferencia del quorum sensing) y de esta manera desarticular el proceso infeccioso. En su conjunto estos estudios demuestran el potencial beneficio e importancia de la incorporación del probiótico B. subtilis a la dieta diaria de las personas, a la manera de un alimento funcional que más allá de sus propiedades nutricionales ayude a la salud, entre otros motivos, por colaborar en la prevención y combate de enfermedades infecciosas.

Roberto Grau
Dr. en Bioquímica – Prof. de la UNR e Investigador del Conicet

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