Producción orgánica: ¿Alimentará a 9.6 billones de personas para 2050?

 En el contexto del aumento poblacional y la necesidad de disminuir el impacto ambiental, establecer la efectividad de la agricultura orgánica como certera, para alimentar a las grandes cantidades de personas que habitan el planeta es esencial. Principalmente para asegurarse de que expandir este tipo de producción es la decisión correcta y que podrá cumplir con su cometido. Existe un argumento feroz en su contra: El uso de semillas modificadas y químicos es necesario para producir suficiente comida. 

El agronegocio defiende su postura con el argumento de la productividad, su industria de químicos y semillas modificadas permite un cultivo casi 100% efectivo que produce grandes cantidades de alimento asegurándose no sucumbir a problemas del clima o pestes. Contra un cultivo orgánico que presenta, según estudios, un rendimiento entre un 10% y un 20% menor. Pero ante esto cabe preguntar: ¿Y la calidad de los suelos a largo plazo? ¿Qué sucede con la biodiversidad? ¿Son inocuos los químicos que terminamos consumiendo? ¿Y la enorme porción de suelo en la que se produce soja para alimentar ganado? ¿Qué pasa con la salud de quienes trabajan con agrotóxicos? ¿Qué pasa con el desperdicio desproporcionado de alimento en algunos países? 

Someter a la tierra como la somete el cultivo industrializado implica extraer de esos suelos, como si se tratara de una mina: vacían los suelos, lo arruinan y hacen que la vida sólo sea sostenible con la aplicación de más químicos, unos para que crezca, otros para que no tenga pestes…

Los desafíos son muchos: cambio climático, la crisis alimentaria, el agotamiento de los suelos, falta de recursos, desperdicio de alimentos. Y desde hace ya varios años muchos de los expertos intentan encontrar una respuesta sustentable y humana. 

Jonathan Wachter y John P. Reganold realizaron un estudio, publicado en la revista Nature, sobre la agricultura orgánica y su historia considerando su capacidad de alimentar a la población. Para responder su pregunta midieron los dos tipos de agriculturas a través de algunas variables: productividad, impacto ambiental, viabilidad económica e im-pacto social. Su conclusión fue que efectivamente la producción orgánica tiene menor rendimiento productivo pero que es más benéfico para el ambiente y produce alimentos de mejor calidad con menos residuos de pesticidas. 

Los beneficios pesan más para Wachter y Reganold: el cuidado de la vida salvaje, la menor emisión de gases de efecto invernadero, menor contaminación de las aguas (ríos y napas), es más eficiente en el uso de la energía. Y aun cuando su rendimiento es menor para sus productores, es más redituable porque los consumidores están dispuestos a pagar un poco más. Y en cuanto al impacto social, los estudios mostraron que la producción orgánica genera más puestos de trabajo y reduce la exposición de productores a agrotóxicos. 

Otro artículo publicado en Nature, «Explorando la opción biofísica de espacio para alimentar al mundo sin deforestación», exploró 500 escenarios de producción de alimentos para estimar cómo podría alimentarse a una población de 9.6 billones de personas en 2050 sin expandir los territorios productivos (lo que requeriría deforestar, proceso probablemente comenzado si pensamos en los incendios). En sus estudios encontraron que podría realizarse si la mayor cantidad de personas reducen su consumo de carne. La tierra cultivable existente puede alimentar a toda esa población si son todos veganos, al 95% si son vegetarianos, a un 39% con una dieta completamente orgánica y a un 15% si se mantiene el estilo de alimentación actual. 

El escenario de un 100% de la población eliminando su consumo de carne y productos animales no es una opción, pero apuntar a una reducción y un cambio de prácticas, incluyendo la producción orgánica de esos productos de origen animal si es extremadamente necesaria, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayor parte de las plantaciones extensivas de soja transgénica en nuestro país son para alimentar ganado de feedlot. 

Ayudar a desarrollarse al sector orgánico debe ser uno de los objetivos primarios para los responsables de las políticas públicas, estimular al sector privado a invertir en este tipo de producción. Sobre todo en países como el nuestro con una fuerte base en la agricultura, apuntar a cambiar los territorios fumigados con agrotóxicos por espacios más sustentables y saludables. Permitir que mejoren así los espacios rurales, que genere más puestos de trabajo, condiciones saludables para los productores y consumidores de esos alimentos y evitar a largo plazo el destrozo de esos suelos, ecosistemas y biodiversidad.

Catalina Llarín 
CONVIVIR

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