Encarar esta editorial se me complica, quizás un poco más
hoy, que en meses anteriores. Estoy enojada y ese enojo me
lleva a ser lo mismo que rechazo…
Es como si viéramos enemigos por todos lados. No nos bancamos nada ni a nadie. Creemos que todos miran su ombligo. Que nadie nos escucha, y vamos perdiendo el foco…
Nos olvidamos ya que estábamos en el cambio de una nueva
era? Que nuestro crecimiento iba de la mano con la armonía,
el respeto y el amor al prójimo. Tan contentos que estábamos
con las palabras del Papa Francisco sobre la tolerancia y el
bien común, es que se nos olvidaron ya? Y qué hay de esa
vieja enseñanza ancestral de que todos somos Uno, y lo que
te pasa a vos a mí también me pasa?
Quienes están en búsqueda del mejoramiento del Ser, no
pueden dejar de recordar constantemente que todos somos
responsables de lo que sucede aunque no seamos quienes
roban o matan, estafan o defraudan…
Ojo: la violencia engendra violencia.
Quizás estemos ahora viviendo una gran prueba. No perdamos la pisada y nos dejemos llevar por el odio y la desesperanza. Retomemos la calma. A vos te lo digo, que leés
convivir porque coincidís con una línea de pensamiento
que cree que la evolución humana tiene que ver con la manifestación del amor, como guía principal del crecimiento… Si
el afuera esta revuelto nosotros tenemos la obligación de
aquietarnos, de mirar más allá, de ser quienes dan una palabra de esperanza, quienes desarman un conflicto, quienes
aúnan, porque si no ¿qué será de nosotros? Empalaremos a
los ladrones en las plazas, cortaremos manos, apedrearemos a los adúlteros, quemaremos a quienes crean en algo
distinto, acusaremos a nuestros vecinos, derrocaremos
gobiernos, veremos enemigos en todos lados? Miren que es
facilísimo llegar a ese lugar, esa zona oscura nos pertenece,
la tenemos adentro parece, lista para atacar… pero no nos
podemos permitir involucionar, quizás repito, esta sea la
oportunidad que necesitamos para mantenernos firmes para
crecer de verdad, para aferrarnos a lo que creemos, de afirmarnos aún más en el Bien por el que trabajamos tanto.
Claro está, no significa ser como corderos y dejar que nos
pasen por encima, significa afirmarse aún más en nuestras
creencias, ser como juncos, discernir y no olvidar que la
guerra y la paz están dentro de nosotros.
Que Dios nos bendiga a todos.
Cecilia Andrada / Directora