Este aceite produce mejoría en los trastornos estomacales, hepáticos o intestinales. En cólicos, diarreas, indigestión, vómitos y dolores, la acción antiespasmódica del aceite de menta calma la musculatura lisa de estómago e intestinos.
Se aplica, diluyendo unas gotas en un aceite vehicular, que puede ser de almendras, jojoba o germen de trigo, en forma de masajes en la zona del abdomen, en el sentido de las agujas del reloj.
Luego puede beberse una infusión de menta, para contribuir a los efectos del masaje. Asimismo el aceite esencial de menta puro, es carminativo (previene formación de gases o los expulsa) y antiespasmódico, estimulante del sistema nervioso y emenagogo (favorece el flujo menstrual), vermífugo (expulsa parásitos), antiemético (para náuseas) y antiséptico.
Ha sido indicado con éxito en migrañas en forma de fricciones, y aplicado directamente sobre dientes doloridos.
En enfermedades de la piel se mezcla con aceite de almendras y se aplica en forma de tópico.
Unas gotas de aceite esencial de menta puro al agua del baño, vigoriza y refresca.
También se usa en inhalaciones, por su efecto antiséptico sobre el aparato respiratorio. Por eso mismo resulta útil en resfríos y gripes.
Cuando hay acné, ayuda hacerse inhalaciones a las que se agregó unas gotas de aceite esencial puro de menta.
No debe administrarse el aceite de menta a niños menores de 2 años, ni durante el embarazo o lactancia.