Sócrates, la cicuta y la homeopatía

Los medicamentos tienen un efecto primario, que es su acción, pero generan en el organismo un efecto secundario que es contrario. Es la famosa ley de termodinámica de Newton. Acción y reacción. Si le doy un antiinflamatorio, el cuerpo reacciona con mayor inflamación, si le doy un analgésico con mayor dolor. Por eso cuando damos anticonvulsivantes durante mucho tiempo, hay que retirarlos de a poco, porque si no las convulsiones se incrementarán. Los remedios homeopáticos al estar tan diluidos, carecen de efecto primario, pero mantienen el secundario. Es por eso que invierten sus efectos. Para tratar una intoxicación se usan venenos, para tratar un dolor se usa estricnina que diluida millones de veces actúa como relajante. Al cortar cebolla notamos que nos produce una congestión nasal con lagrimeo, síntomas parecidos al resfrío. La cebolla diluida y dinamizada que se llama Allium Cepa, es un excelente remedio para el resfrío. Hoy les traigo algo muy curioso e interesante. La muerte de Sócrates y la homeopatía. El gran filósofo ateniense, considerado uno de los más importantes de la historia, maestro de Platón y de Aristóteles, al final de su vida fue acusado por sus enemigos de cargos inventados. Una especie de “Lawfare” de su época. Condenado a muerte por medio de la ingestión de Cicuta. Resulta que la famosa cicuta socrática no es la clásica Cicuta Virosa, sino que es una variedad que se llama Conium Maculatum. La acción de esta planta, también llamada pequeño perejil por su semejanza con el condimento, produce en el organismo una parálisis ascendente que comienza en los pies, sube a las piernas, el torso y termina paralizando los músculos respiratorios, provocando la muerte por asfixia. Es decir que produce una parálisis ascendente de evolución lenta. Se sabe que Sócrates no escribió nada durante su vida, y que sus conferencias y relatos fueron recogidos por Platón que sí los publicó. También fue Platón en el libro titulado Fedón donde al narrar los últimos momentos del maestro nos hace una descripción del efecto de ese veneno. Los homeópatas tomamos esa descripción porque cuando encontramos a un paciente con una parálisis ascendente, nos la recuerda. Cuando veo a un perro que se va debilitando del tren posterior, que día a día va avanzando esa debilidad que luego se transforma en parálisis, es el Conium Maculatum diluido y dinamizado el mejor remedio para ese caso. No importa si se produce por una secuela del moquillo o por una desmielinización de la médula, el remedio es ese. Es la ley de semejanza, uno de los pilares de la homeopatía, la que dice: “Las enfermedades se curan con aquellas sustancias medicamentosas que, al ser administradas a sujetos sanos, provocan síntomas semejantes a los que presenta el enfermo que va a ser sometido a tratamiento.»  

“Al oírle. Critón hizo una señal con la cabeza a un esclavo que estaba a su lado. Salió éste y después de un largo rato regresó, con el que debía darle el veneno, que traía triturado en una copa. Al verle Sócrates le preguntó. 

-Y bien, buen hombre, tú que entiendes de estas cosas. ¿Qué debo hacer?

-Nada más que beberla y pasearte – le respondió-, hasta que se te pongan las piernas pesadas y luego tumbarte. Así hará su efecto….

…Lo bebió conteniendo la respiración, sin repugnancia y sin dificultad. 

Él, por su parte, después de haberse paseado, cundo dijo que se le ponían pesadas las piernas, se acostó boca arriba, pues así se lo había aconsejado el hombre. Al mismo tiempo el que le había dado el veneno le cogió los pies y las piernas y se los observaba a intervalos. Luego, le apretó fuertemente el pie y le preguntó si lo sentía. Sócrates dijo que no. A continuación hizo lo mismo con las piernas, y yendo subiendo de este modo, nos mostró que se iba enfriándose y quedándose rígido. Y siguióle tocando y nos dijo que cuando le llegara al corazón se moriría. 

Tenía ya casi fría la región del vientre cuando, descubriendo su rostro, pues se lo había cubierto, dijo, estas que fueron sus últimas palabras. 

-Oh Critón, debemos un gallo a Asclepio. Pagad la deuda, y no la paséis por alto. 

A esta pregunta de Critón, ya no contestó, sino que, al cabo de un rato, tuvo un estremecimiento, y el hombre le descubrió: Tenía la mirada inmóvil. Al verlo, Critón le cerró la boca y los ojos.”

Un poderoso y cruel veneno es la pequeña cicuta, pero al mismo tiempo diluido y dinamizado nos brinda un poderoso remedio para esas parálisis tan difíciles de tratar. Muchos son los perros que he logrado mejorar y sanar de este terrible mal. Siempre hay otros a los que sólo lograremos retrasar lo inevitable. Así es nuestra hermosa profesión. Placeres y tristezas. Éxitos y fracasos.  Como siempre me despido hasta la próxima con Salud y Alegría.

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MV. Jorge S. Muñoz
Médico veterinario homeópata

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