Plástico en sangre

Una investigación holandesa (de 2022) demostró por primera vez la presencia de microplásticos en la sangre humana. El estudio, llamado Immunoplast (publicado en la revista Environment International) encontró lo tan temido: partículas diminutas de microplástico en el 77% de los participantes del estudio.
No generó grandes sorpresas el hallazgo ya que investigaciones anteriores habían detectado microplásticos en los sitios más recónditos del planeta, en estomago de animales marinos, en placenta humana y obviamente, en materia fecal, pero nanopartículas viajando por el torrente sanguíneo, es otra cosa. 
Estos microplasticos, o nano plásticos tienen una medida como de 0,0007 mm, el modo de ingreso al cuerpo humano (y obviamente de los animales)  es “a través de la inhalación de partículas en el aire o la ingestión, ya sea en alimentos o envases de plástico, vajilla y cubiertos”.
Las cientificas Heather Leslie y Marja Lamoree, de la Universidad Libre de Ámsterdam (Vrije Universiteit), hallaron  partículas en 17 de 22 muestras de sangre, y las más comunes provienen de PET (tereftalato de polietileno), el plástico utilizado para las botellas de bebidas y los envases de alimentos.
“El método se aplicó a la sangre de 22 donantes anónimos y se examinó para detectar la presencia de cinco polímeros diferentes, los componentes básicos del cinco tipos de plástico común, incluidos PET, polipropileno y poliestireno. También se determinó el grado de presencia de cada uno de los polímeros en la sangre.
La concentración global de partículas de plástico en la sangre de los 22 donantes ascendía a una media de 1,6 microgramos por mililitro, lo que es comparable a una cucharadita de plástico en 1.000 litros de agua”.
Sólo el 23% los donantes analizados no tenía cantidades detectables de partículas de plástico de ningún tipo. El tereftalato de polietileno (PET), el polietileno y los polímeros de estireno fueron los tipos de plástico más comunes encontrados en las muestras de sangre, seguidos del polimetilmetacrilato; también se analizó el polipropileno, pero las concentraciones eran demasiado bajas para una medición precisa.
El doctor Dick Vethaak, coautor del estudio, reconoció que la investigación era un primer paso y debería ampliarse a una muestra más grande. “Se necesita mucha más investigación para entender lo que significa. Sabemos que el plástico está en nuestro cuerpo, pero ¿a dónde va y qué hace?”.
Cuáles serán los riesgos y si podrán mitigarse, son algunas de las preguntas que surgen, como punta de un iceberg al que nos dirigimos irremediablemente si cada uno de nosotros no se responsabiliza por cómo y qué consume.

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