Nuevo Paradigma, vieja inteligencia

Solo los “buitres” pueden pretender vivir en una normalidad carroñera, depredadora y devastadora, que es necesario dar por finalizada, no sin antes atravesar una “cruenta lucha previa”, ya que los buitres, los piratas, las mafias y los sociópatas, se van a resistir. Es necesario entender este punto, para comprender el conflicto que está viviendo la humanidad y el por qué de una nueva normalidad en este nuevo Paradigma.
La Nueva Normalidad podrá proyectarse sobre cualquier tendencia, pero no puede volver a ser normal el hambre, la miseria, la guerra, la depredación y la explotación del hombre por el hombre. La preocupación por la supervivencia, la enfermedad, el miedo, la competencia y la libertad mal entendida, utilizadas como medios para robar, explotar y esclavizar a los pueblos y todo aquello de lo que se ha estado alimentando el viejo paradigma, hoy se enfrenta en una lucha a muerte con los valores que se alzan de cooperación, colaboración, solidaridad, ecología, sustentabilidad, bien común y, sobre todo, la necesidad de proyectar un futuro que el viejo paradigma viene cerrando y negando.
La urgencia en los modelos productivos, en los modelos de educación, en los modelos de comunicación y en los modelos de asistencia y distribución debe ser entendida de una forma innovadora que permita recuperar a la sociedad organizada saludable y sustentablemente, de recuperar al medioambiente y a la naturaleza. El agotamiento de los recursos no renovables, la contaminación, la burbuja económica y la matriz industrial obsoleta, nos tienen secuestrado el futuro como individuos, como sociedad y como especie. Hoy la guerra está establecida entre muchos focos de poder, pero no podemos poner en riesgo al ser humano y al planeta creyendo que el transhumanismo o la IA, o los profetas del odio serán la solución.
Esta experiencia nueva de globalización e hiperconectividad nos muestra lo mejor y lo peor de cada rostro, de cada paisaje, de cada sociedad y es necesario un nuevo acuerdo para la humanidad, donde la ecología y el humanismo se entrelacen en un nuevo paradigma de integración sin perder la individualidad, la riqueza de la propia cultura y el origen. Tantas herramientas tecnológicas y conocimiento científico no pueden convertirse en esclavos del dinero o armas de control social.
Más allá del manto de ceguera tendido por los medios masivos de explotación de conciencias, está claro que, en el tablero de juego internacional, las contradicciones del sistema han quedado expuestas y vemos como el tercer mundo y el primer mundo conviven en cada país. Los intereses espurios, el lucro con la vida y la salud, la explotación de masas y la indolencia hacia la crisis social, están a la vista. Y reclaman una nueva mirada y una nueva sensibilidad, más humana.
La nueva normalidad cuando se establezca, si se establece, debería encontrarnos preparados para salvarnos como especie y salvar al planeta. El antiguo paradigma de conciencia basado en la lógica y el raciocinio, en la competencia, el juicio, la crítica y la supervivencia del más apto, está obsoleto y no puede sacarnos del lugar donde nos ha hundido como sociedad y como especie, al borde de un colapso económico, político, cultural, social y ecológico.
Nos urge la conciencia ecológica colectiva, nos urge una nueva sensibilidad integradora como sociedad. Frente a este nuevo paradigma, la nueva sensibilidad se manifiesta como una mayor empatía por los sistemas vivos y todas las especies, incluyendo la nuestra, esto traerá una nueva inteligencia. El hombre está abordando nuevas formas de pensar, de sentir, hablar y actuar y organizarse, que prefiguran una nueva red de comunicación y contacto entre los seres humanos. El hombre nuevo intuitivo se está gestando quizás en el nuevo orden familiar y comunitario que nace en las nuevas redes vecinales y los grupos en red para asistir ante las emergencias en todas las áreas de la sociedad.
La Nueva Normalidad debería traernos una nueva sensibilidad que nos permita orientarnos en la oscuridad que se cierne sobre el mundo, para desterrar la crueldad de todos los sistemas que nos integran como sociedad. 

Por Ignacio Conde
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