Mirar al horizonte: toda una obra de arte

Sabías qué… entre el bullicio del tránsito y numerosos transeúntes, descansa una efigie de un hombre que mira tranquilo al horizonte… Se trata de un monumento realizado por Henri Cordier, escultor francés que arribó a la Argentina en el siglo XIX. Cordier siguió el oficio familiar escultórico bajo la línea neoclásica, dejando más de una obra en la Ciudad de Buenos Aires. La obra mencionada se ubica en un punto neurálgico urbano: la plazoleta Primera Junta, en pleno barrio de Caballito; creación realizada en bronce, compuesta por una destacada base y una figura de cuerpo entero, humana, en la cima. En dos de los cuatro lados encontramos relieves donde observamos grupos de figuras dispuestos a modo tal que abonan a la percepción de un eje horizontal. El acento de estas escenas está puesto en aquellos elementos que propician un grado de mayor movimiento. Pero ¿a quién homenajea este monumento? La figura humana representa a Miguel de Azcuénaga (1754- 1833), primer gobernador intendente de la “Intendencia de Buenos Aires”, vocal de la Primera Junta de Gobierno. Podemos comprender que es por dichos roles que se emplazó su escultura en la plazoleta. Un tiempo después de su inauguración se colocó una placa a modo de recordatorio del centenario de su fallecimiento. El conjunto ha sido pensado en un contexto de plena búsqueda de imágenes que remiten a la identidad nacional. Es así como encontramos uno de los relieves bajo la temática de la Revolución de Mayo. En él se observa el Cabildo rodeado por una muchedumbre en un primer plano y de espaldas mirando hacia el fondo. Notamos que los cuerpos tienen mayor volumen que la representación casiplanimétrica del edificio emblemático de la ciudad. Es interesante ver que no hay rostros que se puedan diferenciar o cuerpos que se separen de otros, lo cual apela a generar la sensación de una concurrencia masiva. Con destacada nitidez se ven algunos paraguas, así como otros aspectos trabajados con excelencia entre los cuales se pueden mencionar los pliegues que caen de las ropas largas y amplias. Las figuras están idealizadas, construyendo especialmente un sentido de lo histórico. Hoy, la obra no sólo parece una postal que nos invita a la reflexión, de algún modo, el acto de contemplarla nos dispone a frenar la rutina por al menos unos minutos y a despegar los ojos del suelo. Quién sabe, también podemos tomarnos un respiro, mirar hacia el cielo y llenarnos
de esperanza para un nuevo año…

Por Lic. Belén Ballesta
belballesta.blogspot.com

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