De leer la frase que dice “escuchar para entender”, en vez de escuchar para responder me surge una sensación de calma interna que me predispone a respirar profundamente. Al reconocer ese momento también veo que esos lugares, esas personas con las que uno se permite escuchar para entender, son “lugares seguros” donde existe confianza y buena compañía.
Alentando siempre el cultivarse a uno mismo, lo que también significa ser buena compañía para sí mismo. Destaco ahora la importancia de “la compañía” a lo largo de la vida. Y así como elegimos ir a tal o cual lugar, también nos toca elegir con quién.
En primera instancia está bueno reconocer que, efectivamente, elegimos nuestra compañía. Y está bueno saber que se puede elegir a aquella que sume, que acompañe reconociendo la vulnerabilidad del otro; que respete la perspectiva de la otra persona, aunque no sea la suya. O elegir a quien ofrezca una palabra sin juicios, o un poco de su tiempo para asistir o escuchar sin tener siquiera que pedirlo.
Quizás esto pueda servir como un “puntapié” que nos permita reflexionar acerca de qué compañía elegimos y cómo es la compañía que ofrecemos. Qué hacemos para cuidar, construir, mejorar y agradecer a aquella compañía que nos brinda tranquilidad, que nos sostiene en los bajones, que nos saca una sonrisa cuando “lo logra”, que da gusto acompañar, a la vez que permitirse ser acompañado.
Los vínculos, la compañía, la escucha de y con los demás, forman parte de la nutrición. Claramente los vínculos que elegimos crear y mantener nos llevan a alimentar nuestra autoestima mejorando, o no, nuestra salud. Los vínculos también son energía que llega, se va
y transforma. Brindo por la buena compañía, la propia y la de las personas con las que intercambiamos, ese amor en todas sus formas, sosteniendo, cuidando y respetando.
Por Marina Ardenghi
Health Coach / Lic. en Química
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