Me encanta la palabra FLUIR, deja fluir, que todo te fluya…que fácil se dice pero cómo podemos hacer para que sea realidad.
¡Que no te duela lo que te pasa! ¡Que no te moleste ese que te irrita! ¡Si no te quiere otro/a va a venir! ¡Se murió pero hay que dejarlo ir! ¡Dejá pasar las cosas, ya se van a arreglar!…todo es decir “deja que fluya”.
Fluir es soltar y soltar es entender que no te pertenece, y entender que no te pertenece nos hace sentir muchas veces vacíos.
Nos quedamos con la esperanza, nos quedamos con el dolor, nos quedamos con los sueños y así terminamos reteniendo ese amor, esa bronca, esa ira, ese ser querido, ese deseo no cumplido…
Soltar implica reconocer lo que me molesta, duele o no acepto…entender que tengo que aprender de esa experiencia, agradecer y dejar ir.
Dejar fluir es “alivianar nuestro camino”…no cargar con cosas que no están en nuestras mano (no podemos hacer que el muerto resucite, que el que no nos ama nos ame, que el que nos irrita no nos irrite…) eso le pertenece a otro. Esa manía que tenemos de querer controlar todo y apropiarnos de lo que no es nuestro.
Nosotros tenemos que hacernos cargo de nuestras limitaciones, nuestras broncas y nuestro dolor…una vez que nos hicimos cargo que… no lloramos por el muerto lloramos por nosotros que no lo podemos ver, no lloramos por ese amor lloramos porque dejó un vacío, no lloramos por el que nos irrita lloramos tal vez porque sea nuestra propia sombra…
Ser sinceros con nosotros mismos es fundamental. Hacernos cargo solo de nuestro equipaje, adaptarnos a otra realidad…
Tomar consciencia que todo lo que nos llevamos de más solo perjudica nuestro paso, nos cierra caminos y tarde o temprano hasta en nuestro cuerpo se refleja.
Tenemos entonces dos opciones…aprendemos a soltar o seguimos atados a lo que no nos pertenece.
Ahora bien, empezamos reconociendo lo que nos pertenece, y que las cosas son como son…
Cada uno sabrá cómo hacerlo, “yo” hago una especie de ritual: agradezco lo que paso (por más malo que me parezca siempre me deja una enseñanza), pido perdón (muchas veces lastimo inconscientemente, o no cumplo con las expectativas del otro)… Libero (esa ira, ese sueño, ese ser) y me libero… Y así trato de no pensar más en eso.
Si la ira del otro me molestaba al entender que era parte mía desaparece.
Si ese ser querido murió, por el amor que le tuve lo libero para que siga su camino, me quedo con los momentos vividos y continuo mi viaje… Por él y por mí.
Ese amor que no me quiso o me traicionó lo perdono y me perdono…seguramente tuve que pasar por esa experiencia para aprender algo. Me libero y lo libero, no gano nada guardando una esperanza, el dolor…solo me hace enfocar en lo que pudo haber sido y tengo un futuro por vivir, por eso elijo avanzar.
En la terapia floral tenemos flores como HOLLY para la ira o el enojo, BEECH para ser más tolerante, CHICORY para el amor posesivo, GENTIAN para el desánimo, GORSE para la desesperanza, SWEET CHESTNUT para la angustia mental, WHITE CHESNUT pensamientos no deseados, HONEYSUCKLE para dejar de vivir del pasado, WILLOW para el resentimiento, WALNUT para el nuevo comienzo, BAHUINA cuando hay resistencia a soltar, BORONIA para el corazón roto, SUNSHINE WATTLE para cuando nos paramos en el pasado, SCOTCH BROOM Cuando sentimos que es nuestro fin…estas, como siempre digo, son algunas de las tantas que nos pueden ayudar a fluir.
Consulta con tu terapeuta.
Aprendamos a vivir más livianos y hacer más fácil el fluir.
Que tu vida este llena de luz!
Buena vida. NAMASTE.
Alejandra Giammarino
Terapeuta
www.saludparaelalma.com
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(15)4971-0991