Llueve glifosato

Un estudio realizado por científicos del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM), dependiente de la Universidad de La Plata, y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), develó que las lluvias presentaron recurrentes concentraciones de herbicidas como el glifosato y la atrazina. Al parecer los pesticidas llegan a la atmósfera por los aerosoles fumigadores y la erosión por viento de los suelos, de esta forma se transportan a grandes distancias desde la zona de aplicación.

La investigación muestra que más del 80% de las muestras dio positivo en glifosato y atrazina. El muestreo se realizó en 2012 en gran parte de la región pampeana. Zona donde se encuentra el 90% de la soja y entre el 80% y el 90% del trigo, maíz, sorgo, cebada y girasol. Las concentraciones de agrotóxicos son mayores que las encontradas en Estados Unidos y Canadá. Argentina sería uno de los mayores, sino el mayor, consumidor de glifosato del mundo.

Hace ya tres años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció un vínculo directo entre la aplicación de este herbicida y la proliferación del cáncer. Más de 800 trabajos publicados en revistas internacionales demuestran la elevada toxicidad del glifosato. Aun así en nuestro país en el mercado de los plaguicidas, el glifosato tiene el 85% del total del mercado.

Se calcula que entre el 7 y 8% del total de litros de herbicidas que se venden en la Argentina vuelve a caer en las precipitaciones. Si se han ubicado moléculas en zonas tan alejadas de un cultivo como la Antártida ¿cómo no pensar que el mismo fenómeno ocurre a mayor escala en los alrededores de las zonas fumigadas?

La comunidad científica nacional e internacional aporta renovados argumentos todo el tiempo, generando un reclamo generalizado de seguridad sanitaria, sin embargo los funcionarios se esfuerzan por desoír. De hecho el pasado mes de julio se conoció una propuesta oficial del Ministerio de Agroindustria, fue presentada por el ministro de Agroindustria Luis Miguel Etchevehere, y sus pares Sergio Bergman ministro Medio Ambiente, Lino Barañao ministro de Ciencia y Tecnología y Adolfo Rubinstein ministro de Salud, y comprende 12 principios y 23 recomendaciones que promueven un uso ampliado de estas sustancias peligrosas.

Las pautas desarrolladas en el trabajo conjunto de los ministerios, no toman en cuenta la enorme bibliografía que expone las graves consecuencias del uso indiscriminado de pesticidas; en cambio los ministros basan sus pautas en las «Buenas Prácticas Agropecuarias» (BPA), un listado de postulados desarrollado por compañías como Monsanto, Bayer, Dow, BASF, Syngenta y DuPont, en alianza con organizaciones del campo como AAPRESID, la asociación que nuclea a los productores que hacen siembra directa, que considera a los agrotóxicos insumos inocuos y biodegradables.

Las BPA avalan la aplicación de prácticamente cualquier plaguicida, cuestionan criterios como la instauración de zonas libres de aplicaciones en torno a puntos habitados, y entienden a las situaciones de contaminación como «casos de mala praxis”.

En la presentación de estas pautas, que se adelantó será presentado en el congreso para impulsar un proyecto de ley, el ministro de Ciencia y Tecnología declaró : “¿Cuál es el problema con los fitosanitarios, los agroquímicos, respecto de otras tecnologías que también tienen efectos nocivos como la electricidad, el automóvil, que también producen muertes? Es que todos asumimos el riesgo porque nos sentimos beneficiarios. Todos pensamos que el auto puede sufrir un accidente, podríamos morir, pero yo puedo tener o quiero tener un auto. En el caso de los agroquímicos, parecería que se beneficia sólo el productor y que el ciudadano común sufre las consecuencias nocivas.”

La posición del ministro no solo choca con toda la evidencia científica que ata a los pesticidas a todo tipo de problemas de salud, sino que ubica a los productores como ciudadanos que simplemente toman un riesgo, como el de manejar un auto ¿Si es un riesgo que los productores toman, no pueden los consumidores decidir que ellos no quieren tomar ese mismo riesgo?

De avanzar este proyecto que promociona el uso indiscriminado de pesticidas y da vía libre a las empresas productoras de agroquímicos, estaremos yendo contra el modelo que los países desarrollados entienden como ideal, un esquema de cultivo agroecológico. Los mercados del primer mundo se inclinan notablemente hacia el consumo orgánico, incluso en el mercado argentino en mucha menor escala se percibe esta tendencia; Los consumidores deciden que los pesticidas no son un riesgo que valga la pena.

Catalina Llarín
CONVIVIR

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