Nadie se atrevería hoy en día a negar la ciencia que estudia las relaciones entre los seres vivos y el ambiente físico-cósmico; los defensores del ecologismo se movilizan en defensa del medio natural del entorno.
La Homeopatía se incluye en una medicina preventiva, que define de manera distinta la identidad del hombre y la identidad de una biología de la Naturaleza.
Sabemos que el hombre es algo más que la suma de sus órganos y de sus funciones. Entre el nacimiento y la muerte existe una continuidad que traspasa el tiempo, escapa a todo origen real, envolviéndola, al tiempo que la actualiza.
El ser vivo no es una excepción en la gran armonía natural que hace que las cosas se vayan adaptando las unas a las otras. No rompe con ningún acuerdo, no está en contradicción ni en lucha con las fuerzas cósmicas generales. Todo lo contrario, forma parte del conjunto universal de las cosas, y la vida del animal no es más que un fragmento de la vida total del Universo.
A través de la transición genética, estamos en la vía filogenética de una continuidad específica, ponemos en contacto nuestro pasado y nuestro porvenir, somos los nudos de una red que aparentemente se dirige hacia el porvenir.
Somos como el pájaro migratorio que habiendo partido de Australia, atraviesa Japón y llega a la costa oeste de los Estados Unidos después de un viaje de 25000 kilómetros que dura 6 meses. El mapa del itinerario está inscripto en las moléculas químicas de los núcleos de las células de la especie.
Gracias a la individualización genética nos hemos dado cuenta de que no existen dos individuos idénticos; por medio de los detectores de la personalidad sabemos hoy en día que los individuos reaccionan de forma individual, que algunas enfermedades consideradas antaño venidas del exterior no son más que errores del código genético.
Incluso, algunas veces somos víctimas de los programas e instrucciones que nuestra célula recibe al nacer (espondiloartritis, enfermedad del colágeno). Sin embargo, por medio de esta permanente identidad diferente, transportamos los fragmentos de una armonía universal.
Los ritmos biológicos que nos traspasan constituyen la réplica exacta de los que rigen el cosmos.
Dice al respecto Roger Caillois: Algunos dirán que esto es un antropomorfismo. En realidad, es justo al revés, porque no se trata de explicar, partiendo del hombre, algunos hechos enigmáticos que comprobamos en la naturaleza, sino, al contrario, estamos tratando de explicar al HOMBRE, que proviene de las leyes de esta misma naturaleza y que pertenece a ella por casi todo en él.
En lo sucesivo será imposible considerar al hombre fuera de su ambiente cósmico, y la Homeopatía se impone a sí misma armonizar al individuo en medio de todas las dificultades que exponen al hombre a brutales variaciones de su fisiología.
“Lenguaje del cuerpo y homeopatía”
Dr. Roland Sananés