La lactancia materna primero y la incorporación de los primeros alimentos de transición luego, es, después de los cuidados durante la gestación, el hecho más importante a la hora de configurar la salud de un individuo.
La OMS y la mayoría de las asociaciones de pediatría, coinciden en que la lactancia materna debe prolongarse hasta los dos años. Así mismo, enfatizan que durante los primeros seis meses debería ser el alimento exclusivo de los bebés; incluso muchos pediatras recomiendan extenderla hasta el año, sobre todo si se trata de una familia con historial de alergias.
Lamentablemente, los datos estadísticos dicen que tan solo un poco menos del 20% son las madres que lo hacen de forma exclusiva hasta completar el semestre y tan solo el 52% las que llegan hasta los cuatro meses (y rozaríamos el 70% si consideramos la lactancia mixta), según referencias auditadas en España; en Argentina, según datos de la Dirección Nacional de Maternidad, Infancia y Adolescencia del Ministerio de Salud de la Nación, la lactancia exclusiva hasta el sexto mes es del 35%, marcando un ascenso en relación a la anterior medición del 2011 que había sido del 30%. En ambos casos, aún muy lejos de las recomendaciones de la OMS.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, referente de la OMS, afirmó respecto del informe presentado en el inicio de la Semana Mundial de Lactancia Materna en agosto del 2017:
«La leche materna es como una primera vacuna para el niño. Lo protege de infecciones potencialmente letales y le da todo el alimento que necesita para sobrevivir y desarrollarse bien.»
La lactancia materna salva vidas de miles de bebés y mejora la salud de la madre, potencia, la inteligencia, estimula la inmunidad, previene infecciones, reduce el gasto sanitario, entre otros beneficios.
¿Cuándo incorporar alimentación complementaria?
El sistema digestivo del bebé tiene un desarrollo que no es para todos igual, algunos estarán listos a los seis meses y otros necesitarán uno o dos meses más para estar preparados para incorporar alimentos complementarios a la leche materna; algunos signos que indican su madurez son los siguientes:
– Capacidad para sostenerse sentado por sí mismo y sin apoyos.
– Puede autoregular su ingesta pidiendo comida y diciendo que no cuando ya no la desea.
– Asume protagonismo en las comidas familiares e intenta llevarse los alimentos a la boca.
El reflejo de extrusión permite a los pequeños expulsar de su boca cualquier alimento que no sea líquido, de la textura de la mama, o con sabor y olor diferente al de la leche; cuando este se pierde y ya no empuja los alimentos hacia afuera, tenemos otro signo de madurez digestiva.
Después de los seis meses, también primero la teta.
Durante los primeros seis meses, insistimos en ello, la leche materna tendrá un protagonismo absoluto en la alimentación del bebé; sin embargo, a partir de este momento y más adelante cuando el niño abandone la lactancia, los padres empiezan a preguntarse qué alimentos son los más apropiados para incorporar a la dieta de tal forma que estas elecciones sean lo más saludables que se pueda, incorporen un equilibrio nutricional que garantice un desarrollo apropiado y contribuyan a forjar un bienestar que se exprese a lo largo de toda su vida.
Su crecimiento integral depende de ello en gran medida: su capacidad de aprendizaje, su rendimiento físico o su comportamiento están fuertemente condicionados por las elecciones alimentarias; los desafíos pasan por identificar las cantidades adecuadas de alimentos, la incorporación de los diferentes grupos alimentarios y el orden temporal de los mismos.
Mientras la lactancia se prolongue más allá del comienzo de la alimentación complementaria, debemos estar conscientes que la leche materna le aporta con seguridad los mínimos requisitos para una nutrición equilibrada y no hay necesidad de apurar ni la variedad y mucho menos la cantidad de nuevos alimentos: la leche materna puede ser la protagonista central por unos cuantos meses más.
Hay consenso que recién alrededor del año el bebé necesita hierro y zinc más allá de las cantidades que aporta la leche materna y eso -como cualquier otra necesidad manifiesta- se obtiene con muy poca alimentación complementaria; en cualquier caso, una interacción consciente con el pediatra, quien verificará que se vaya desarrollando normalmente, será de gran ayuda para tomar las mejores decisiones. Mi punto de vista es, a la inversa de la ansiedad reinante para hacerlo, que la prudencia, la moderación y la paciencia son las mejores consejeras para acompañar mejor los tiempos de maduración. ¡Qué hermoso desafío! ¿Verdad?
Oxitoxina, la hormona del amor
Hacer de la lactancia un espacio de paz y serenidad para el bebé y su mamá, ayudarán a crear una asociación entre estas emociones sanadoras y los momentos de la alimentación a lo largo de la vida. En este punto podemos hablar de la oxitoxina, una hormona que aumenta a finales del embarazo y juega un papel importantísimo durante el parto y la lactancia; es conocida como la “hormona del amor” porque su aumento se relaciona con momentos amorosos como el orgasmo, el amor, la felicidad, así mismo durante el apacible apego entre mamá y bebé.
La oxitocina se produce cuando el bebé empieza a succionar el pecho materno; la misma provoca la contracción de los alvéolos donde se produce la leche, facilitan su flujo hacia los conductos lácteos, los pezones y la boca del bebé; algunas madres hablan de un cosquilleo antes del reflejo de eyección o salida de la leche y el mismo se debe a la oxitoxina. También provoca las contracciones uterinas que experimentan las mamás al amamantar al bebé y cumplen la función de ayudar a reducir las hemorragias posparto y a contraer tu útero para que regrese al tamaño normal.
La oxitoxina además promueve la producción de prolactina, conocida como la «hormona de la maternidad»; esta estimula la producción de leche y brinda sensación de relajación y bienestar. Este es uno de los motivos por los cuales las mamas que amamantan padecen menos ansiedad y depresión postparto ¡Bueno para el bebé, bueno para la mamá! Tan solo hay que tener en cuenta que la producción de oxitoxina se ve inhibida por el estrés, el tabaco, el alcohol y/o dolor en los pezones.
La lactancia materna también favorece la recuperación y el estado de bienestar de la madre, ya que le ayuda a perder el peso ganado durante el embarazo con más rapidez y equilibrio; además ayuda a evitar la anemia, la hipertensión y la depresión tras el parto.
La osteoporosis y los cánceres de mama y de ovario son menos frecuentes en las mujeres que dieron de mamar a sus hijos.
Y por último convengamos la importancia social de la leche materna que tiende a igualar oportunidades y es un alimento ecológico que no debe ser fabricado, envasado o transportado.
Los primeros alimentos
Introducir los primeros alimentos suele ser una experiencia frustrante para muchos padres, precisamente porque se considera erróneamente que empezar a comer es el éxito en este propósito, pero en realidad debemos verlo como un proceso madurativo que debe hacerse paso a paso y permitirle al bebé experimentarlo por completo; primero se negará, luego escupirá sus primeras papillas y, poco a poco, irá dando los pasitos propios de este camino, ¡eso es perfectamente normal y saludable! Recordemos: mientras tome la teta, su nutrición básica está cubierta, hay que relajarse y permitir que esa criaturita nos contagie la intensidad de la experiencia de descubrir el mundo.
Los primeros alimentos preparados exclusivamente para el bebé serán papillas de batata, zapallo y un buen aceite de oliva de calidad virgen extra o, si disponemos de acceso a ellos, uno de girasol, maíz o chía de primera prensada en frío; la manzana y la pera ralladas o la banana pisada, también son excelentes opciones.
No hay necesidad de apresurarse, podemos incorporar solo un alimento por vez y en pequeñas cantidades que lentamente iremos escalando a medida que el bebé lo demande; de esta forma su sistema digestivo no estará sometido desde el vamos a combinaciones más complicadas e irá madurando paulatina y sostenidamente.
Un punto muy importante: no agregar ni sal ni azúcar, no son necesarios en absoluto; también que estos momentos sean de relax y serena alegría para los papás y el niño.
Hay que destacar es que los hábitos alimentarios se van formando y pueden ser modificados a lo largo de toda nuestra vida, pero no hay dudas que estos reciben un fuerte impulso y condicionamiento en los primeros meses de vida. A modo de ejemplo, los bajos niveles de frutas y verduras que hoy consumen los niños en su generalidad, no se debe a una elección de ellos mismos sino a la falta de estímulos que reciben por parte de su entorno; incluso, los premios y los regalos amorosos se asocian a golosinas, gaseosas y fast food que resultan nocivos para su bienestar pero que generarán una asociación a sentimientos placenteros y acogedores que crearán una fuerte influencia a lo largo de toda su vida.
La maternidad es un desafío que implica cambios en la escala de valores, estilo de vida, objetivos personales y familiares… como sea, es una excelente motivación para vivir esta etapa como la mejor oportunidad para crecer individual y familiarmente a la vez que se va auspiciando el mayor legado que podemos dejar: una persona saludable y de bien.
Por Pablo de la Iglesia
Naturópata
@poreldespertar
www.coachnutricional.net
Coautor del libro «Estimula tu inmunidad natural» (Kepler)