“Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino” Viktor Frankl
La situación que vivimos hoy es ineludible y no quiero (re)tomar mi enfoque de buenos hábitos y alimentación sin vincularlo a la realidad que toca, que nos tiene sensibles, movilizados y atentos.
Es que, es una gran oportunidad. Se nos muestra de frente, y sin rodeos, que las cosas cambian y que ningún sentido tiene resistirse a sostener lo que ya no funciona para nosotros.
Tendemos a no soltar “nuestra” “estructura”; llámese rutina, trabajo, hobbies, vínculos, “manías”, “formas de ser” (o formas de “mostrarme”), hasta que llega algo que nos pone el límite, o al límite. Se ve que las cosas dejaron de ser lo que eran y ya no tiene sentido, ni es tan “cool”, resistir. Es un gran momento para salir del fango, dejar de patalear y empezar a reconocer qué es importante para nosotros, y ser lo que elegimos.
Resignarse no es lo mismo que aceptar y elegir lo que sí hay, lo que sí ES. Y siempre es positivo saber que uno elige. Esto último, puede hacerse en función a un yo “externo” o a un yo “interno”.
Esta cuarentena nos restringe la salida al exterior y a la par nos abre la puerta de nuestro hogar, que es nuestro cuerpo. Formados como estamos, con un cuerpo físico, mental, emocional, espiritual, tenemos la dicha de poder hacer honor y mirar qué hacemos con él, es decir, con nosotros mismos.
Aferrarnos a lo viejo, a las costumbres (¿o condicionamientos?), según mi opinión, suena más a un acto de resistencia, terquedad o miedo que a valentía y confianza. Aquí, hoy, ahora, sólo podemos ser valientes y conscientes. ¿Cómo? Cuidándonos, estando en casa o asistiendo al que toca, eligiendo estar y ser positivos, vibrando alto, agradeciendo lo que sí es, lo que sí somos, lo que sí “tenemos”.
Alimentarnos sigue siendo fundamental, nada que explicar. Entonces elijamos alimentarnos para nutrirnos, dejemos de lado eso que viene de afuera para convencernos de que mejorará nuestra vida. Alimentarnos con eso que sabemos que va a fortalecer nuestro sistema inmunológico, aumentar nuestras defensas, para que nada nos haga flaquear. Estamos preparados para vivir esta experiencia sanos, para aprender a cada segundo a superarnos, a evolucionar, a fluir con la vida, y no a escapar de ella.
Incursionar, por ejemplo, en la cocina, probar nuevos sabores, texturas, comidas que sabemos que son saludables, puede ser una buena alternativa si dejamos de esperar que sea “como antes” y que su sabor sea aquél al que estamos acostumbrados (o al que nos dejamos acostumbrar). Dejar de “resistir” al cambio de hábitos, desde cualquier ángulo de donde lo quieras mirar, puede ser una buena opción.
Y sí, mejor más vegetales, verdes, cereales, legumbres, frutas, jugo de limón en ayunas, pensamientos positivos, mimos a uno mismo o, quien pueda, al que tenga al lado; y menos inseguridad, desconfianza, medios masivos, miedo, enojos, juicios, productos alimenticios.
En fin, creo que flexibilizarnos frente al cambio en este juego de la vida, es una posibilidad interesante de ser si interesa fluir, seguir y ser felices. Cambiar hábitos antiguos, obsoletos, que ya no reditúan en pos de nuestro Bien-Estar, es una oportunidad brillante para comprobar que somos creadores de nuestra vida, salud y felicidad.
Marina Ardenghi – Health Coach
Lic. en Química
Asistencia personalizada, talleres, charlas.
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