La búsqueda de la libertad, como la búsqueda de la felicidad o más aun la búsqueda de la trascendencia, parecen viejas utopías olvidadas. Cuando hoy más que nunca podrían recobrar una importancia sin igual, dado el derrotero en caída por el cual va la civilización. La falta de coherencia en la vida personal como individuos, puede llevarnos a perder los valores, a perder nuestra visión o perspectiva, perdiendo así también nuestra ética y nuestros códigos sociales. En el fondo nuestras acciones y nuestras tomas de decisiones, se definen por nuestras creencias y nuestros intereses, cuando se pierde coherencia se vive en el caos.
Una marcada coherencia hace que recobremos el sentido común y nos demos cuenta de muchos sin sentidos, paradojas y contradicciones que llevamos a cuesta. Que no nos pertenecen, sino que son impuestas por la cultura o por el sistema que conspira constantemente para mantenernos bajo control para que no le seamos caros a la administración del estado. Pero esta presión termina donde comienzan nuestros derechos y nuestros derechos deben ser evaluados y analizados con coherencia y sentido común.
Como rescatar la coherencia y la cohesión, en un mundo mediatizado por la Fake News, y controlados por tecnologías de control de masas. Claro está que ningún primer paso puede darse sin una férrea voluntad y coherencia de nuestros sentidos. La Dispersión Sensorial, o aún peor la Desintegración Sensorial, nos lleva a la perdida de sentido y a una pérdida de energía constante, y actuamos como si quisiéramos sacarnos de un pozo tirándonos de los pelos.
La coherencia permite la cohesión y la preservación de la energía y en lo que vivimos o experimentamos a diario debemos ejercitarla sin descanso. Si dejamos de percibir la realidad desde nuestra coherencia, para auto percibirnos desde nuestro caos e incoherencia, la realidad se alejará cada vez mas de nosotros y entraremos en un modo de abulia. La imposibilidad de tomar buenas decisiones ante la indecisión constante donde se paraliza la acción y la reacción y la capacidad de análisis, nos consumirá la energía y quedaremos en modo “estrés permanente”.
La autobservación y las técnicas de relajación acompañado por la toma de conciencia pueden rescatarnos. El estrés, la angustia, el miedo, la ansiedad o la depresión profundizan este estado. La coherencia nace de la cohesión y viceversa, uno podría como mínimo, pensar lo que siente y sentir lo que piensa, uno podría oxigenar la sangre y el cerebro a través de una profunda, relajada y placentera respiración. Se podría integrar el campo sensorial ejercitando los sentidos y no estar solo preso de las pupilas dilatadas sobre una pantalla.
Los ejercicios físicos con conciencia aplicada devuelven el registro básico de nuestras ansiedades y nuestros bloqueos, la respiración puede ser muy sanadora y ayuda a la concentración y a focalizar. Estas técnicas también ayudan a reconectar el sistema nervioso y a conciliar mejor el sueño y a lograr un mejor descanso. También a regularizar la temperatura corporal y liberar toxinas, devolviendo la posibilidad de recuperar la energía para entrar en modo consciente o coherente, integrando todas nuestras partes en un todo.
La coherencia se construye, del mismo modo que construimos nuestra propia realidad, uno podría buscar adentro, lo que encuentra afuera y buscar afuera, lo que encuentra adentro. Esto funciona para armonizar y sincronizar nuestros actos con la danza de la realidad. Fluir con el campo cuántico que nos rodea y nos atraviesa, no solo repara nuestra coherencia y cohesión a nuestra individualidad, sino que nos permite irradiarla, llevándola empáticamente a nuestro medioambiente y a nuestros seres queridos.
Si perdemos el contacto con nuestra naturaleza interior, no podremos preservar la naturaleza del mundo que habitamos. Nuestra mejor manera de salvar al mundo es recuperar la coherencia y el sentido natural de las cosas. Si no nos damos esa posibilidad, estamos quitándole la esperanza al planeta. Somos individuos, pero formamos parte de la red humana y de todas las especies de vida existente en la Tierra, somos parte de un todo mayor. Respetándonos como seres vivos con necesidades finitas respetamos a todos.
Ignacio Conde
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