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uchos de los ácidos que se generan en nuestro organismo son fruto de una alimentación incorrecta. En cualquier caso, no es necesario insistir mucho en la idea de que una alimentación adecuada es la base de un estilo de vida saludable, no sólo en lo que al grado de acidificación se refiere, sino en otros muchos aspectos. En este caso hago mío ese refrán popular que dice: somos lo que comemos.
En principio las comidas acidificantes no contienen necesariamente ácidos, pero producen sustancias acidas durante el proceso de la digestión y al ser absorbidas y aprovechadas por las células. Esta producción de ácidos constituye un proceso natural e inevitable que tiene lugar en el organismo de cualquier persona.
Un ejemplo muy conocido
Como resultado de la digestión y la transformación de las proteínas de la carne se producen forzosamente ácidos, de los cuales probablemente el ácido úrico sea uno de los más conocidos. El exceso de ácido úrico se convierte en cristales de urato sódico, que por su propio peso precipitan y se depositan en las articulaciones y en otros tejidos, provocando la gota y otras enfermedades articulares incapacitantes y muy dolorosas.
Nutrición y estilo de vida
La opinión de los científicos es que deberíamos Ingerir cuatro veces más elementos alcalinizantes que acidificantes a través de la alimentación (proporción óptima 80: 20) a fin de alcanzar una relación equilibrada entre ácidos y bases dentro del organismo.
Tenga presente que el estrés y el tabaco agravan aún más los posibles desequilibrios existentes. También los diabéticos y las personas cuyo metabolismo es el propio de situaciones en las que se pasa hambre (rígidas dietas de adelgazamiento), es decir, todos aquellos organismos que cuentan con un aporte alimenticio restringido, producen automáticamente más ácidos.
Por tanto, además de decantarse por una alimentación equilibrada, rica en minerales y con abundancia de fruta y verduras, también resulta aconsejable evitar el estrés y excesivo ajetreo. En este sentido hay que recalcar que comer es una de esas actividades que nunca deben llevarse a cabo deprisa y corriendo. Masticar bien, ensalivar abundantemente los alimentos e ingerir suficiente líquido (por lo menos 2 ó 3 litros diarios) son hábitos muy saludables. La práctica de actividad física, a ser posible al aire libre y sin caer en el esfuerzo excesivo, proporciona también oxígeno y activa el metabolismo. Ésta es otra forma de impedir la acumulación de desechos resultantes del metabolismo de los alimentos que son perjudiciales para el organismo.
Por regla general cuantas más proteínas contiene un alimento más ácidos se producen al procesarlo. Los alimentos de sabor ácido no son necesariamente acidificantes. Por ejemplo, los limones y las naranjas son alimentos alcalinizantes. Por tanto, lo que importa no es el sabor de los alimentos sino cómo se metabolizan.
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