Cuando la incertidumbre aqueja – porque siempre aquejó- uno de mis libros amados a quien recurrir, ha sido “Huellas en el camino”, de Eyleen Caddy: “Día tras día derramo sobre tí todos Mis preciosos y perfectos dones. Estás rodeado de lo mejor de la vida, así que abre tus ojos y contempla Mis maravillas y date cuenta cuán poderosamente bendito eres. Deja de quejarte, deja de concentrarte en lo negativo de tu vida; concéntrate en todas las cosas maravillosas hasta que se vuelvan realidad, hasta que se vuelvan parte de tí” … sólo una página abierta al azar permitió que nos llegara esta inmensa energía divina.
El texto leído nos dice que nos concentremos en las cosas maravillosas, hasta que se vuelvan realidad. ¿Cuáles serán esas cosas maravillosas? ¿Serán cosas extraordinarias, fuera del alcance de la mayoría? A mí me parece que no. A mí me parece que las cosas maravillosas están a la mano de todos. Incluso creo que a las cosas maravillosas hay que crearlas, o inventarlas. Una vez me dijo alguien: “inventate una sonrisa”. Y… sí. Si no te sale espontáneamente, tratá de inventártela. Lo mismo con las cosas maravillosas. Si no abundan en nuestras vidas, tratemos de rescatar lo maravilloso de los pequeños actos de cada día. ¿O no es un milagro el que hoy te hayas levantado?… cuántas cosas te hubieras perdido el día de hoy? La vida misma es una maravillosa oportunidad. Y hay que saberla apreciar, y estar agradecidos porque la vivimos. Sea como fuere que la estamos viviendo, porque a cada minuto tenemos tiempo y oportunidades de cambiar y recomenzar el juego de otra manera. La vida es un juego. En realidad- dicen- es el juego de Dios, que lo vive a través de nuestros ojos y de nuestras minúsculas vidas, que forman parte de Él. Todo nuestro entorno está diagramado mágicamente para que a través de las experiencias que vamos atravesando, nuestra alma evolucione. Nos toca vivir todo lo mejor que cada quien necesita en ese preciso momento. Cada dolor, cada sufrimiento, es un aprendizaje elegido por uno mismo, para superarse. Y los dolores van a estar presentes mientras cada uno así lo desee. Cuando expresemos suficientemente que ya no deseamos más aprender a través del sufrimiento; éste desaparecerá. Entre todos vamos creando la realidad que vivimos. Cuando todos juntos nos digamos que queremos experimentar “cosas maravillosas”, las mismas se harán presentes en cada instante de las vidas. Incluso comenzaremos a darnos cuenta de que todo es una maravilla. Y cada maravilla que descubramos, traerá otra nueva. Y seremos nosotros los que estaremos mirando con otros ojos; los ojos nuevos que nos colocamos porque comprendimos quiénes somos. Y a dónde vamos.
Por Marta Susana Fleischer