Inquietudes y realidades sobre los probióticos, y alimentos que los contienen

¿Existen distintos tipos de probióticos?:

En cuanto al tipo de microorganismo que forma el probiótico, existen dos clases: los probióticos lácticos y los probióticos esporulados. Los probióticos lácticos están representados por bacterias formadoras de ácido láctico pertenecientes a los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium (por ejemplo L. plantarum, L. reuteri, B. longum). Por su parte, los probióticos esporulados están representados por bacterias formadoras de esporas (células altamente resistentes) del género Bacillus (por ejemplo B. subtilis, B. coagulans, B. clausii).

¿Qué diferencias existen entre los tipos de probióticos?:

Las bacterias lácticas forman células vegetativas típicas que no son muy resistentes al calor o la desecación, y tienden a ser sensibles a condiciones ácidas y alcalinas extremas, como las que se encuentran en el estómago e intestino delgado. Diversos estudios han demostrado que la mayoría de los lactobacilos y bifidobacterias mueren rápidamente al atravesar el ambiente ácido del estómago y arribar a la parte superior del aparato digestivo. Además, los probióticos lácticos son muy sensibles al oxígeno del aire, que les resulta tóxico y los mata prontamente, aún una vez que están envasados en el alimento final y exhibidos para su venta en los negocios. Debido a estas características, las bacterias lácticas son frágiles, y los alimentos que las contienen requieren refrigeración para mantener viables a las mismas (es decir seguir vivas o activas, lo cual es esencial para que un probiótico sea eficaz).

Los probióticos lácticos no sobreviven a la mayoría de los procesos industriales de fabricación de alimentos y bebidas (no se pueden calentar, ni congelar, ni hornear, ni someter a presiones altas, ni tratamientos enzimáticos o químicos), esto hace que los probióticos lácticos queden restringidos casi exclusivamente a productos lácteos fermentados (yogures) refrigerados lo cual dificulta su amplia distribución y aceptación (por cuestiones de precio y gustos o preferencias del consumidor).

Por su parte, la espora probiótica puede equipararse de forma simultánea a una semilla y a una roca, en cuanto a su estado de latencia total y resistencia extrema, respectivamente. La espora es semejante a la semilla de una planta, porque mientras está como espora está latente, es totalmente inerte, no produce nada de nada y no germinará y crecerá hasta que haya encontrado las condiciones de temperatura, humedad y nutrientes adecuados para desarrollarse (lo cual recién ocurre cuando la espora llega al intestino de la persona y no antes). Por estas propiedades, los probióticos a base de esporas de Bacillus soportan los procesos industriales de fabricación, muchos de ellos extremos, y pueden calentarse, enfriarse o congelarse, son estables durante el almacenamiento. Así, podemos encontrar alimentos y bebidas probióticas como ser galletitas, jugos, sopas deshidratadas, pastas, aguas, té, café; todos ellos alimentos secos o líquidos conteniendo probióticos activos, que lleguen vivos al consumidor. El poder llegar a comprender la diferencia entre los probióticos lácticos y los esporulados es el primer paso para poder identificar un probiótico que se ajuste desde el lado del fabricante al producto, formulación y necesidades de beneficios que se buscan, y desde el lado del consumidor hallar e identificar el probiótico que le producirá efectos beneficiosos sobre su salud.

La cepa (nombre completo o documento de identidad) del probiótico importa:

El término probiótico produce una fuerte resonancia en el consumidor, quien identifica a dicha palabra con beneficios para la salud. Sin embargo, NO todos los probióticos son iguales ni siquiera, aunque contengan el mismo género y especie de la bacteria. Por ejemplo, dos probióticos de dos marcas diferentes, uno que contenga Lactobacillus plantarum AA y el otro Lactobacillus plantarum BB, no son iguales y por ende no producirán los mismos efectos. Importa el nombre de la cepa en particular (“AA” o “BB”) que constituye el número de documento de identidad de esa bacteria como si fuese su huella digital. Sin aclarar el nombre de la cepa del probiótico, se está diciendo muy poco o nada. En el mundo de probióticos, la diferenciación de cepas no sólo es importante, sino que es vital, porque los beneficios de un probiótico en realidad dependen de la cepa probiótica.

Cuando se trata de cantidades (UFC) del probiótico, que haya más no siempre es mejor:

La nutrición parece ser un juego de números: menos calorías, menos grasas, más fibra, más proteína y más niveles de vitaminas. Cuando se trata de alimentos con probióticos, es ¿verdad o erróneo que cuanto mayor sea el número de unidades formadoras de colonias, o UFC, células de la bacteria probiótica, será mejor? 10 millones ayer, 100 millones hoy, 1 trillón mañana? Cuando se trata de UFC y los beneficios que proporciona una determinada cepa probiótica puede ser que un probiótico A para producir efectos deba estar en una concentración de mil millones de UFC por dosis, mientras que otra cepa probiótica B produzca efectos similares, o aún mejores, a una concentración de cien millones de UFC. Es decir, que el número de UFC suelto y solo no alcanza, es necesario conocer la cepa (su DNI) y su concentración. Algunas agencias reguladoras han publicado pautas, y algunos expertos han sugerido pautas mínimas específicos, como 10 millones o mil millones, para los cuales esas UFC confieren beneficios para la salud.

Los probióticos representan mucho más que solo salud digestiva y más cepas de probióticos NO SIEMPRE equivalen a más beneficios:

Las campañas publicitarias a nivel mundial apuntan a los beneficios de los probióticos para la salud digestiva de las personas, y los consumidores están tomando debida nota. Pero la salud digestiva no es toda la historia. Diversas cepas probióticas de Bacillus subtilis estimulan en diversos modelos animales el sistema inmunológico y nervioso ayudando a prevenir y combatir diversas enfermedades metabólicas (diabetes), neurodegenerativas (Alzheimer y Parkinson) y malignas (Cáncer) en tales modelos animales. Además de los beneficios específicos de la cepa, la eficacia de formulaciones de probióticos con más de una cepa (“multistrain” o “multicepas”) es altamente dependiente de la mezcla final. Simplemente, el hecho de agregar más de una cepa a un producto no asegura que los consumidores ganen o sientan mayores beneficios, solo encarece el precio del producto, y no significa mayor eficacia del mismo.

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