“Nuestra época está obsesionada por el deseo de olvidar y, para realizar ese deseo, se entrega al demonio de la velocidad; acelera el ritmo para mostrarnos que ya no desea ser recordada, que está cansada de sí misma, que quiere apagar la minúscula y temblorosa llama de la memoria”. MILAN KUNDERA
Parece estar establecido que dejar atrás el pasado y vivir de cara a un futuro (que siempre será incierto) genera cada vez más aceleración, tensiones, estrés y asumir tareas simultáneas (multitask) para las que nuestro organismo no está preparado. El estrés prolongado en el tiempo afecta a las neuronas asociadas a la memoria y produce, además, una inhibición de la secreción de ciertas hormonas cuya carencia puede provocar depresión, irritabilidad, insomnio y ansiedad, además del aumento de la presión arterial entre otras deficiencias. Está demostrado científicamente que, si el cerebro está continuamente cambiando de tareas, pierde más tiempo, incrementa el número de errores y la retención de la memoria es cada vez peor. Las personas con afición a las tareas simultáneas suelen hacer más de cuatro cosas a la vez. Por ejemplo: tomar notas mientras leen un libro de texto, escuchar un podcast, contestar mensajes con el smartphone de vez en cuando y mirar el timeline de Twitter. Es por ello que, aunque los desafíos de hacer cada vez más cosas son “alentadores” y se creen positivos para el cuerpo y la mente (porque los mantienen activos) el estrés continuo y un estado excesivo de tensión debe ser replanteado para evitar el envejecimiento prematuro de nuestro cuerpo, y por lo tanto, la pérdida de nuestra memoria.
Pero no sólo el stress hace que la memoria se debilite o se quiebre. La memoria tiene la facultad de almacenar ideas, emociones y traer al consciente lo que se quiere recordar. Como humanos, tenemos la tendencia a ocultar, es decir, hacer desaparecer de nuestra memoria consciente lo que molesta, las experiencias que nos causaron confusión, dolor o tristeza. Es así como después de un impacto emocional, ocultamos esas emociones que consideramos “desagradables”, y el subconsciente niega el recuerdo al consciente, permitiéndonos dejar atrás esa realidad a través de la pérdida de memoria.
Krishnamurti decía que la memoria genera conflicto psicológico en tanto perpetúa en el hoy una forma del ayer. Creo que sucede así cuando la memoria permanece “encerrada” o “cristalizada” y no tenemos acceso a ella, pero puede “actualizarse” cuando se logra reconocer su origen de este olvido y simultáneamente se incorpora de manera armónica y no conflictiva.
Por otro lado, aparece el olvido cuando nuestro ego está en juego. Fritz Perls decía que cuando las memorias nos resultan desagradables, especialmente para nuestra autoestima, las modificamos. Como dijera Nietzsche “La memoria y el orgullo estaban luchando. La memoria dijo: fue así y el orgullo respondió: ‘ no pudo haber sido así, y la memoria se dio por vencida».
CÓMO VOLVER AL CAMINO
Es necesario recordar que “todo proceso corporal tiene su lado psíquico” y viceversa por eso, para trabajar sobre la memoria podemos hacerlo desde varios ángulos integrativos:
• Con las terapias (convencionales o alternativas) podemos lograr que nuestro propio proceso interno se prepare para tratar con viejos temas “ocultos” o no resueltos. Hay algo dentro de nosotros que sabe más de lo que podemos imaginar. Confiar en ese proceso (estando receptivos, abiertos y conectados) nos conduce por caminos nuevos. De la mano de las herramientas que nos brinde un terapeuta, podremos empezar a transitar espacios que estaban vedados por nosotros mismos.
• La relajación, guiada, en forma de visualización o en forma de meditación, es una de las técnicas más prácticas para calmar la mente y permitir que las ideas sean más puras, sin juzgamientos y resulten eficaces para trabajar. La relajación facilita restablecer de la claridad de pensamiento dado que se ha descubierto que la información almacenada en la memoria resulta más accesible cuando la persona está relajada, por lo tanto es más factible desde este estado poder “hacer frente” a las dificultades que aparezcan. La terapia de ejercicios, tanto físicos como mentales como los ejercicios yoga, los “mantras” o la “respiración de fuego” tienen un efecto sorprendente sobre el organismo, como el aumento de la circulación de la sangre y de la energía en el cerebro.
El doctor Dharma Singh Khalsa (investigador en el campo de la enfermedad de Alzheimer) propone el método de “longevidad cerebral” que permite incluso revertir el deterioro del cerebro. En sus libros, habla de la terapia nutricional, donde explica en detalle cómo algunas comidas matan las neuronas, y cómo la ausencia de algunos minerales y oligoelementos afectan las interconexiones entre ellas: “Simplemente reduciendo el total de calorías y comiendo alimentos mejores puedes enviar señales positivas a tus genes” Khalsa afirma que comer bien afecta positivamente a las células que regulan la producción, la calidad y la cantidad de neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina. Así pues, podemos comer para prevenir o detener la pérdida de memoria e influir en el estado de ánimo. Aprovechar el alimento como remedio antienvejecimiento ayuda al cerebro a continuar regenerándose durante todo el tiempo que vivimos. Khalsa trabaja con suplementos nutritivos de vitaminas, minerales y tónicos medicinales naturales como el té verde, ginseng, ginkgo biloba, lecitina, etc.
Existen alimentos con antioxidantes como los frutos rojos, que retrasan el deterioro cognitivo o los frutos secos que son ricos en fósforo y ayudan a mantener la memoria activa; el chocolate, rico en flavonoides, que fortalecen la memoria y la agilizan; o las infusiones de salvia y romero que además de estimular nuestra memoria nos ayudan a estar más tranquilos e incluso dormir mejor.
Estos consejos seguramente nos permitirán activar la fuerza sanadora interior natural y devolvernos el estado de equilibrio. Sin embargo, debemos asumir que somos plenamente responsables de nuestra vida, y capaces de tomar consciencia de que cada síntoma está aquí para ayudarnos a conocernos mejor y por lo tanto, sentirnos más libre.
Andrea Busceme
Periodista – Terapeuta
@mensajesenelcuerpo