Estrategias para no caer en las redes -1ra. parte-
Empieza el año y ya tenemos claro el objetivo de cuidarnos, de prevenir glucemias peligrosas o de tomar en serio una diabetes recién diagnosticada.
Sabemos que aunque resultan un buen disparador de inquietudes, las fuentes de información más segura no son las redes sociales sino nuestros médicos. Esas redes que tanto contienen pueden también apabullar, atrapar e inmovilizar. Coaches de salud, médicos fundamentalistas, chamanes de la alimentación, y sobre todo divulgadores sin estudios que repiten informaciones de ignota procedencia.
Esto significa PELIGRO si no distinguimos lo que está sucediendo.
Pero ante la toma de conciencia de la primera herramienta segura, que es la consulta a nuestro médico, quise armar una propuesta sintética sobre los pilares a tener en cuenta desde la nutrición y el estilo de vida.
El formato de “Top 5 de los mejores” nos parece una buena regla mnemotécnica para no atosigarse con información y rescatar los puntos más importantes que tienen aval científico.
Sin llenarnos de teorías, sin demonizar productos o líneas de cuidado de la salud, sin caer en restricciones imposibles de cumplir, incluso por dificultades de ambiente social o económicas.
¿Qué es lo mejor que podemos hacer hoy frente a un diagnóstico de diabetes o insulinorresistencia -pero también frente a la necesidad de estar y sentirte más saludable- desde la cocina y el estilo de vida? Aquí va mi Top 5 de los mejores hábitos para mejorar la calidad de vida:
Mantené una cocina planificada con los siguientes pasos: hacé una lista de lo que te gusta, lo que está en estación y lo que podés pagar. Vegetales y carnes. Sabé orientativamente qué vas a comer en tu próxima semana (escribilo y pegalo en la heladera, es fundamental) herví huevos, grillá pollo, lavá y seca hojas verdes, usa la vaporera que acelera procesos y facilita todo, freeza unos bifes de cuadril o la carne que te guste, con separadores para tener a mano, tené latas de atún y sardinas.
No pongas en esta lista ultraprocesados como hamburguesas, salvo que sean caseras, o croquetas de pollo industrializadas. Solo carnes puras.
Claro que esto tiene un objetivo centrado en la salud pero el impacto en tu economía incluso será visible en muy poco tiempo.
Hidratate mucho. Armá una estrategia fácil. Por ejemplo: conseguí tres botellas de un litro, son las que tenés que beber a diario. Un secreto, si tomás el primer litro antes del mediodía los otros dos litros se beben sin pensarlo.
Movete. Rompé la quietud. Y recordá: voluntad no es ganas. La voluntad decide por sí sola. Si te sentás a esperar las ganas te estás sacando de encima una responsabilidad que es tuya. Así que aunque te resulte poco, desmotivador o insuficiente, rompé la inercia. Una vuelta a la manzana hace la diferencia. No solo en tu cuerpo sino en tu cabeza. En ambas áreas estarás creando un hábito y generando confianza en que podés. Porque podés. Sabías? Y si te cuesta caminar busca alternativas posibles, nadar, movilidad en el lugar. Sé lúdico, hacé cosas impensadas… ¿A quién se le ocurre contar cuántos pasos se dan de esquina a esquina en la cuadra de tu casa? Quizá a nadie, quizá a vos sí… Arrancá. Buddha decía “da el primer paso y el camino se abrirá ante ti”. Es así, lo he comprobado.
Dormí bien. Las hormonas, eso que parece un concepto tan importante que uno no sabe bien dónde están o para qué funcionan, y de las que tanto se habla, son los mensajeros químicos del cuerpo, regulan todo el metabolismo. Si tu cuerpo y tu mente no descansan lo suficiente y en horario adecuado, ellas lo saben y empiezan a desregularse. Y sí, entre otras cosas, dificultan el descenso de peso y alteran los niveles de azúcar en sangre.
Entonces, establecé una franja horaria que debas respetar (no un horario específico, ya dijimos que las rigideces no sirven). Podes decidir que entre las 22:30 y la medianoche ya tenés que estar en la cama. Pero ¿Cómo llegar bien a ese momento? Cená liviano, dejá las pantallas una hora y media antes -pero es clave lo siguiente, elegí qué hacer en ese momento porque si no… volvés a las pantallas de manera automática. Elegí leer, limarte las uñas, meditar, charlar con alguien de temas no conflictivos, escribí, hace tu plan de comidas, limpia algo en detalle, o sentate a ver el cielo y respirar prestando atención al aire que entra y sale (sí, eso es meditar). Si en esos momentos aparece ansiedad y te impulsa a la comida, levantate y tomá agua, caminá o duchate despacio.
Tené rescates dulces de cosas que SÍ podés comer. Podés armar postres protéicos que te van a sacar las ganas de algo dulce. Mini receta sólo a modo de ejemplo: cinco cucharadas de ricota, un huevo, stevia o erititol para endulzar, esencia de vainilla y / o ralladura de naranja. Va en dos moldes individuales a microondas y vas testeando hasta que esté firme en el centro. Esto, frío, lo acompañas con alguna fruta en cantidades pequeñas a modo de cheese cake. Como esto, podés armar muchos postres y, te sugiero, hagas lo mismo que con la cocina salada: hacé una lista de ingredientes que no tienen azúcar y sí bastante proteína, para tener a mano. Esto, sumado a endulzantes permitidos y algunas frutas, curiosidad y estrategia para comer algo rico, te va a dar un gran resultado.
Todos estos puntos del Top Five se desprenden de una palabra fundamental: conciencia.
Continuará…
Por Vale Parisi
Instagram:@vale_parisi