Que sentimiento el miedo, ¿no?
Nos paraliza, nos vuelve débiles, no nos deja crecer, desarrollarnos, vivir. El miedo alcanzó un nivel planetario. Millones de personas sintiendo miedo: a enfermarse, a morir, a pasar hambre, a no poder afrontar las obligaciones, a perder los bienes conseguidos, o el trabajo… El mundo entró en una realidad distinta, que a nadie le gusta, pero que fue creada y diseñada previamente por algunas mentes.
¿Cómo responder a ese estado de cosas? ¿Cómo mantenerse en calma, sin dejarse arrastrar por sentimientos que solamente conducen a la pérdida de la humanidad?
Como primera medida, me parece que no tendríamos que olvidarnos que cada uno de nosotros creamos la realidad de todos los días; entre todos la formamos, ya sea actuando, o dejando de participar. Tenemos que entender bien dentro nuestro, que la realidad es consecuencia de nuestros actos.
Leí una vez: “como vivas hoy, así será tu futuro”. Sabemos que es así, que nuestras vidas particulares o en conjunto como nación, tendrán el tinte que hoy día le estamos dando. Entonces, con la fuerza que tenemos los ciudadanos comunes para crear resultados, por qué no analizamos qué clase de futuro queremos. Un amigo me decía que tendremos que aguantar a que pasen estos malos momentos y sobrevivirlos, para que cuando vengan los buenos tiempos estemos ahí para disfrutarlos.
Será así. Será que tendremos que ajustar en nuestras vidas todo lo que deba ser modificado; dejar de quejarnos y mirar al que está al lado: qué necesita, qué puedo ofrecerle si estoy un poco mejor. Esto no es justificar las políticas que dejan de lado al ser humano y lo Crear una nueva realidad convierten en un número, en algo que se desecha cuando las ganancias desmedidas de los capitales sin rostro, no cierran. Si pensamos que nos gustaría vivir en una sociedad nueva, justa, equitativa, humana; no podemos responder al mal con más mal. O a la violencia con más violencia. Podemos hoy, sin perder más tiempo, sembrar las bases para un futuro propicio. Tenemos que participar, hacer conocer nuestra forma de pensar y expresar que no nos asociamos con la corrupción, que preferimos los valores humanos de la gente de bien.
Pidamos en nuestro interior iluminación y discernimiento para saber ver las lecciones que tenemos que aprender, ocultas detrás de los hechos que la vida a diario nos presenta. Aprendamos poco a poco a ser crea- dores de una nueva realidad. Tenemos la suerte de que a diario se nos muestran todas las opciones posi- bles para una vida, tal vez sea para que elijamos cómo deseamos que sea la nuestra.
Está en cada uno de nosotros el decidir si nos asociamos con la muerte, o con la vida.
Marta Susana Fleischer