La miel es un producto natural aprovechado por la humanidad desde hace miles de años, como alimento y cómo medicamento. Es considerado un alimento con características funcionales por su valor tanto nutricional como medicinal. Es la composición química la que determina esto. Todas sus características están determinadas a su vez por el tipo de flor, el tipo de abeja y la zona geográfica dónde se produce la miel. Desde el punto de vista químico podemos decir que la miel está compuesta en su mayoría de azúcares (fructosa y glucosa) pero además contiene enzimas, minerales, vitaminas, ácidos orgánicos y compuestos fenólicos; entre los que se destacan los flavonoides y los ácidos fenólicos. Si bien se encuentran en pequeñas cantidades estos compuestos son los principales responsables de las actividades biológica de la miel, entre las que se destacan la antimicrobiana y la antioxidante.
Las características de la miel dependen de las flores que usan las abejas para recolectar el néctar. En nuestro país hay una gran cantidad de ambientes y floras por lo que se pueden conseguir una gran variedad de mieles. Una de las primeras cosas que se observa es el color, muchas son de color ámbar pero también pueden ser claras, muy oscuras, tener tonalidades rojizas o tener un amarillo intenso. Otra característica es la cristalización que si se produce en forma rápida los cristales van a ser pequeños y finitos, pero si es lenta puede generar cristales de gran tamaño (hay algunas mieles que se mantienen líquidas todo el tiempo).
Las mieles deben cumplir con las normas de seguridad alimentaria.