La acidez como síntoma digestivo nos indica que nuestro organismo no está pudiendo digerir correctamente lo que estamos consumiendo. Lo que nos genera acidez son los mismos ácidos grasos que son responsables de procesar aquello que comimos. El ardor que sentimos o el dolor de estómago se da porque por alguna razón, la capa protectora de nuestro estómago no da abasto o al ser demasiado difíciles de digerir los alimentos los ácidos gástricos permanecen demasiado tiempo en el estómago provocando molestias.
Para sanar estos síntomas es muy común recurrir a un medicamento de venta libre: los antiácidos. Pero es necesario tener en cuenta los riesgos que genera el consumo excesivo y por fuera de las recomendaciones de los médicos, bien utilizado es muy seguro pero su abuso puede ser muy peligroso aún para un medicamento de venta libre. El antiácido no cura, simplemente ofrece una capa protectora, pero muchas veces el estómago sigue produciendo ácido porque identifica un problema y puede ocasionar consecuencias graves como úlceras, hemorragias, infecciones; también pueden provocar problemas óseos y problemas en la absorción de ciertos nutrientes, así como afecciones en la microbiota. Los antiácidos tienen distintos principios activos como el magnesio, calcio o bicarbonato, cada uno de estos puede generar efectos adversos diferentes.
“Se puede decir que el consumo ocasional, no diario, de antiácidos no ocasiona problemas. Se recomiendan a personas con ardores esporádicos, como tratamiento sólo de los síntomas. No son recomendables, en cambio, para quienes sufren ardores diarios, intensos, en cualquier momento del día o de la noche, con lo que dificulta su actividad sociolaboral o conciliación del sueño” dice el doctor Manuel Castro Fernández, experto de la Fundación Española del Aparato Digestivo. Y agrega: “Si se consumen de forma habitual se debe considerar efectos adversos como diarrea o estreñimiento (magnesio y aluminio); disminución de la absorción de otros fármacos (se deben espaciar en 2-3 horas los tratamientos); el bicarbonato sódico debe evitarse, por la retención de líquidos, en personas con hipertensión o cardiopatías; los preparados con calcio pueden originar hipercalcemia y favorecer las piedras de riñón (se debe tener mucha precaución al indicar antiácidos en personas con insuficiencia renal)”.
La mayoría de los antiácidos se usan de manera episódica, cuando hay fuerte acidez por exceso de comida o al ingerir alimentos irritantes y por estrés; si tiene acidez toma el antiácido, se alivia y ya, es una sola toma. Ahora bien, si se trata de algo frecuente, es necesario consultar al médico, el primer cambio siempre será dietario, la eliminación o reducción de ciertos alimentos acidificantes y en caso de utilizar un antiácido deberá ser controlado por el profesional.