Soy Andrea Busceme, hace 19 años que tengo fibromialgia y mi vida cambió de dimensión. Soy divorciada, tengo una hija de 20 y de ser productora periodística, pasé a ser terapeuta gestáltica, con muchas especialidades en mi haber, para aprender del dolor y transformarme. Sigo trabajando conmigo, todos los días para vivir mejor. Y sobre todo, ayudo a personas con patologías crónicas a descubrirse en medio de lo invisible.
“Podríamos argumentar que se repiten ciertas características de personalidad entre los pacientes aquejados de esta dolencia, pero hablar de perfil típico como tal, quizás sería exagerado. Suelen ser personas activas, perfeccionistas, impacientes, con mucha capacidad para asumir responsabilidades ajenas, dependientes emocionalmente, nerviosos, con dificultad para poner límites, con un «locus de control» externo, etc. No obstante, como ya hemos indicado, esto no es suficiente para clasificar a estos pacientes con un determinado perfil.” dice la Doctora Nuria Ros Cubel de la Asociación Española de Fibromialgia (Valencia)
Sin ánimo de igualarnos, podemos decir que los niveles altos de ansiedad están presentes, prácticamente, en todos los que padecemos fibromialgia, al igual que la sintomatología depresiva. Es importante resaltar aquí que la depresión suele ser motivo de polémica. Según algunos especialistas, una determinada predisposición de personalidad depresiva conduce a la aparición de la fibromialgia, pero tampoco hay datos concluyentes al respecto.
Más bien, nos encontramos en un momento de la investigación de la fibromialgia en la que prevalecen los «quizás»: quizás el problema que tienen estos pacientes sea una cuestión de recaptación de serotonina, quizás lo principal sea el anómalo funcionamiento del Sistema Simpático, quizás sea una sobre adaptación al medio, quizás…
A pesar de esto, podemos argumentar que un gran porcentaje de fibromiálgicos padecemos depresiones reactivas, a consecuencia del cambio que tenemos que asumir en nuestras vidas tras la aparición de la enfermedad. Somos muchísimos los afectados que vamos sumando trastornos psicológicos, que se intensifican cuando día y noche persiste un dolor no nociceptivo y neuropático, fatiga, pérdidas en procesos cognitivos básicos (memoria, atención, concentración, de coordinación), trastornos del sueño (insomnio), parestesias y ansiedad casi constante… el enojo que esto nos provoca, el cansancio, la invisibilidad de estos síntomas… Si tenemos en cuenta todo esto, cualquier persona llamada «normal» y que no padezca la enfermedad también necesitaría de una terapia frente a todos estos trastornos y estresores a los que me refiero.
La terapia que me sirvió y con la que trabajo, tanto en equipos de autogestión como a nivel individual, es producto de un camino personal que surgió hace muchos años a partir de la Gestalt, y que la Dra Schnake ha transmitido como el “enfoque holístico de la salud y la enfermedad”. Para trabajar con este método, es necesario tener absolutamente claro que somos un cuerpo, porque somos mente.físico.energía en todo momento. Que nuestra vida se va desarrollando en un tiempo y un espacio y nuestra conducta es la expresión entre evolución e intercambio de energía con el medio que nos rodea; “organismo que se paraliza, muere”.
El primer paso, la primera tarea, es mostrar a la persona que la enfermedad o los síntomas no son nuestros enemigos, son parte de nuestra vida y tienen que ver con nosotros. Estos mensajes han aparecido para decirnos algo, para conectarnos con aspectos esenciales de lo que significa ser humano.
Gracias a esta terapia, logramos con métodos sencillos algo fundamental que es la aceptación, para darnos cuenta de cuáles podrían ser esos mensajes en el cuerpo, y trabajar integrando los aspectos negados o eliminando los aspectos adquiridos que ya no funcionan para nosotros. Con este concepto, podemos revisar actitudes, comportamientos, pensamientos, y como enfermos crónicos, tener en cuenta que la psicoterapia es uno de los tratamientos que más contribuyen a la mejora de nuestra calidad de vida.
La base central es reconocernos en esta nueva etapa de nuestra vida; quién soy ahora, cómo estoy ahora, revisar mi autoconcepto, mi autoimagen, la validez personal y el descubrimiento de las propias capacidades intrínsecas con o sin enfermedad; profundizar en el conocimiento, el dolor; el aprendizaje de técnicas de respiración y relajación; el contacto con el placer, la comunicación…
Lo crónico sería no poder cambiar, cuando todo alrededor está cambiando.
Andrea Busceme
Periodista y psicoterapeuta
gestáltica & holística
@mensajesenelcuerpo
mensajesenelcuerpo@gmail.com