¿Quién dijo que en Navidad y Año Nuevo tenemos que comer hasta matarnos? O casi. ¿Dónde está escrito que el placer está asociado con el exceso de alcohol, de azúcar, de grasa…? ¿De pirotecnia que agota el sistema nervioso, expone nuestra integridad, altera a los niños y ancianos o pone en riesgo la vida de tantos animales? ¡Pues no! Es nada más -y nada menos- que un gran condicionamiento que regula las elecciones de nuestra mente, de manera destructiva en este caso.
¿Por qué en las fiestas del 2018 no podemos elegir dejar de ser muñecos que actúan en piloto automático y elegir actuar conscientemente regalándonos estímulos saludables en Navidad y desplegar una escala de valores que estimulen un 2019 pletórico en crecimiento interior y armonía con un nuevo ser que empieza por nacer en nuestro corazón?
Contamos para ello con las madres y con las abuelas que buscan mejores maneras de compartir el amor y deciden incorporar al menú ensaladas creativas, postres frutales, alimentos procesados únicamente por sus manos. ¡Por supuesto, los maridos y los niños no tienen por qué quedarse afuera de este nuevo emprendimiento colectivo! Pero la sensibilidad y el talento comunicacional de la energía femenina es esencial para encender la chispa transformadora que se necesita para ponernos a andar nuevos y mejores caminos.
Si empezamos con tiempo y planificamos anticipadamente, las fiestas decembrinas pueden convertirse en una celebración en la que al menos buena parte de los platos que llevemos a la mesa sean verdaderamente nutritivos. Y no solo para el cuerpo, sino para una mente y un espíritu que dicen “durante el 2019 me voy a querer más, me voy a cuidar más y voy a dar lo mejor de mí, para demostrarme a mí mismo que puedo ir un pasito más allá”. ¿A que te suena estimulante? Bueno, nadie dice que romper condicionamientos e ir a la conquista de nuevos comportamientos sea siempre tarea sencilla, pero si hay motivación, con un poco de paciencia y planificación…
¿Carne, pollo, pescado?
Muchas personas están tomando consciencia de que hoy por hoy comemos mucha carne roja y algunas se inclinan por pasarse a dietas vegetarianas y otras a comerla pero en menor medida. ¡Las dos cosas están bien! Cada uno con sus tiempos, sus gustos y su estilo.
El pollo ya no es un alimento tan sano como creíamos en aquellos tiempos en que los expertos nos decían “cambia primero la carne roja por el pollo y poco a poco ve concentrándote en el pescado”. La verdad, para ser justo, la mayoría del pollo que consumimos es de criadero industrial y los animalitos son muy pobres en nutrientes y tienen mayor cantidad de tóxicos en sus tejidos que luego nos comemos. Por eso yo preferiría, si es que no optamos por una dieta vegetariana, carnes rojas o pescado de mar -qué tampoco debe ser de piscifactoría, ¡sino de mar!-. ¿Comprenden? Ya no es primario determinar qué alimentos comemos, sino como están producidos esos alimentos; en términos navideños diríamos: ¿con o sin amor?
Lo bueno, probablemente lo hayamos notado en algún restaurant, es que la tendencia gastronómica es sacar a las carnes del centro de la escena y en su lugar darle más espacio a las guarniciones; y aquí el juego da para incorporar más vegetales, cereales, legumbres… ¡Lo hacen los chefs de moda, hagámoslo en casa!
Una ensalada César es una guarnición que va con todo y siempre queda bien; lechuga romana, unos ajos picaditos, una o dos cucharaditas de semillas de mostaza, jugo de limón, unas gotitas de una buena salsa inglesa… Va tomando forma, podemos hacerla con pechuga de pollo o queso, pero también le daríamos un toque exótico si en su lugar le incorporamos tofu. Podemos aderezar con una regia mayonesa vegana y esto es una delicia exótica.
Luego puedes hacer una ensalada con abundantes vegetales crudos y darle un toque maestro con un aderezo de nuez. ¡Qué también se hace en un tris tras! Una tacita de café de nueces activadas -lavadas y puestas previamente unas horas en remojo-, el jugo de medio limón, un poquito de agua como para cubrir las nueces en la licuadora hasta la mitad de su volumen, una pizca de cúrcuma o jengibre, otra pizca de pimentón dulce, sal marina o del Himalaya a gusto, un chorrito de aceite y procesar un par de minutos hasta que homogeneice. Podemos espesar con levadura de cerveza dietética o aligerar con agua o aceite, eso lo dejam
Pablo de la Iglesia
Naturópata
/pablodelai – www.coachnutricional.net