Pocas fechas nos estresan tanto como las benditas fiestas de fin de año. Los que tenemos muchos sobrinos nos hacemos las cruces (disculpas) por la cantidad de regalos que debemos comprar, a quien invitamos, si lo pasamos con tu familia o con la mía… a tu prima no me la banco… otra vez tenemos que viajar nosotros!! Uy, tu hermano separado queda colgado?? Los nenes navidad con vos y año nuevo conmigo… Mi vieja no se lleva con la tuya… Y así sucesivamente podría seguir haciendo combinaciones múltiples hasta llegar a la locura… literal. Sin embargo, en la profundidad de la bruma, allí en el medio una pequeña chispa brilla haciéndonos recordar que las fiestas implican más que la reunión ante la comida, si es que somos lo suficientemente afortunados como para tener una mesa donde sentarnos. Sí amigos, no podemos olvidadnos de la profundidad de las cosas. De la reunión para conmemorar humanamente “algo”. Aunque no seamos cristianos. Es el triunfo de la luz sobre la sombra. Es la esperanza de algo nuevo brillando dentro de nosotros. Es la esperanza, por si misma. La idea del amor como tesoro, entre nosotros. Es imperioso no olvidar, para no sufrir. Es la navidad la excusa, o es que realmente algo vibra distinto para nosotros los humanos en esta fecha? Solo el hecho de imaginar que tantos piensan “noche de amor, noche de paz” un poquito contagia de buena energía todas las cosas… entonces para qué perder el tiempo en disgustos si el verdadero estado de navidad interna se lleva con uno mismo. La chispa. Elevemos nuestras copas imaginarias juntos, entre nosotros, vos conmigo y con el otro lector, que somos desconocidos, pero algo nos une y es que queremos el bien para todos. No perdamos ese pequeño brillo adentro e iluminemos. En este especial pequeños tips para brillar, mi amor… vamos a brillar mi amor…
Cecilia Andrada / CONVIVIR