En la edición pasada tuvimos el especial de “Qué es comer sano”, por cuestiones de tiempo la nota a Vivi quedo en el banco, hoy la sacamos a jugar ya que para un deportista la alimentación es todo, o casi; también está el talento.
Viviana Dominkó es jugadora profesional de Vóley, fue integrante de la selecciónnacional. En el exterior jugó profesionalmente en Italia, España, Suiza y Puerto Rico. El deporte de alto rendimiento fue su vida durante 21 años. Hoy con 35 años y un físico envidiable Vivi es mamá de Guada de 7 años y Dante de 8 meses. Su vida cambió y la alimentación tuvo mucho que ver.
-¿Cómo se alimenta una atleta de alto rendimiento?
-La verdad es que arranque muy chica, a los 13 años y a mediados de los noventa todavía no se ponía mucha atención a una dieta saludable. En casa cocinaba mamá -y eso no se discute- y cuando llegué al centro de entrenamiento lo que nos daban de comer “supuestamente” era lo nutricionalmente adecuado. Con los años me fui dando cuenta de que no lo era, que había una concesión, y económicamente tenía que cuadrar el menú con el dinero y fueron sacando por ejemplo: el queso. Había pan, podías comer cuantos panes quisieras en todas las comidas. En una comida podías combinar alimentos que nutricionalmente pueden ser dañinos o atentar a tu buen desempeño. Por ejemplo: de entrada pizza, podías comer dos porciones de pizza, después comer un plato de fideos y de ensalada, lentejas con porotos y arroz, comerte dos panes si querías, porque el pan estaba ahí y de postre flan o gelatina. Vos podías comer todo eso en una comida, una enormidad por más requerimiento calórico elevado que tengas al estar en alto rendimiento.
-No parece muy adecuado!
-No! y la gente que te servía la comida obviamente no estaba -¿y no tiene por qué estar?- capacitada para decirte: “No, si te comiste dos porciones de pizza no podes comerte un plato de fideos y después una ensalada de arroz con lentejas”.
Vivi es muy delgada y larga, es delicada aunque ella no lo cree así, no es fácil medir 1,78 m, ser deportista y encajar entre la media argentina. Sigo pensando en el menú de las niñas jugadoras:
-¿Había chicas que engordaban mucho?
-¿Mucho?… muchísimo!
-¿En qué momento tu alimentación cambió?
-A los 19 años cambió para bien. Cuando pasé a jugar en el exterior Adquirí mayor desarrollo muscular, incorporé una vida más sana y se notaba en el físico, en la actividad, en el rendimiento. Ojo, por momentos nos suplementaban con creatina o con aminoácidos, y eso nos hacía retener mucho líquidos, entonces muchas estábamos muy hinchadas. (N: R: la Creatina se utiliza para contribuir al desarrollo de la masa muscular).
El primer año jugué en Italia, que era súper profesional, la mejor liga del mundo, ahí sí teníamos asesoramiento. Eso me ayudó mucho; aprendí a cocinar, a comprar, a combinar los alimentos. Tenía mucha energía porque estaba bien equilibrado lo que comía y tenía la capacidad de entrenar todas esas horas y estar bien físicamente, no lesionarme, también se mide por eso, en el deporte.
-Cuando empezás a pensar en estudiar nutrición?
-Siempre me incliné por alguna rama de la medicina, y la nutrición me empezó a alucinar. No podía cursar en forma presencial y tuve la suerte de que crearan una Licenciatura en Nutrición a distancia.
(Aquí voy a sacar una carta que tengo escondida que va a romper un poco la armonía).
-Vivi, hoy te estas replanteando la carrera de nutricionista. ¿Por qué?
-Uff… Por una cuestión de información. Al ir conociendo más sobre los alimentos. A medida que iba estudiando me fui haciendo preguntas. Fui investigando, me metí con el trabajo físico para embarazadas, con la lactancia… con la leche de vaca… Estudiando a qué estamos acostumbrados y por qué hacemos lo que hacemos. Yo me pregunto: si estudio Nutrición, la carrera “estándar”, y tengo que prescribir una dieta con la cual no estoy de acuerdo…cómo hago?. Y si viene alguien vegetariano, yo no lo puedo acompañar en su decisión? Y eso no está bien. Sobre todo en una alimentación totalmente aceptada. Con lo dinámico que es todo hay que actualizar la carrera y abrir la cabeza a nuevos conocimientos y estudios. Porque está bien estudiar “antropología alimentaria”, pero no te quedes en la época de las cavernas.
-Entonces estas en una crisis de cómo se enseña la profesión?
-El tema es esa visión de “No, esto es lo alternativo”, es “una alimentación alternativa”. Por ejemplo, podemos decir que el vegetarianismo es una alimentación “alternativa”, por una cuestión estadística, pero es parte de la alimentación humana. Que sea un porcentaje menor, no quiere decir que yo profesional, no tenga que estar “capacitada para”. Puedo dejar la carrera de nutrición y estudiar por otro lado, “nutrición naturista”, está bien, pero por qué no puedo hacer mi carrera universitaria y que dentro de ella, pueda estudiar toda esta otra parte de la nutrición? Siento que hay muchos huecos por llenar.
-¿Sos vegetariana?
-No. Pero me asesoré para darle de comer mejor a mi familia con Mónica Kostolnik una nutricionista ex jugadora de vóley, instructora del Arte de Vivir, que aprendió mucho sobre medicina y alimentación ayurveda… Ella pudo hablar conmigo de más de opciones alimenticias. Porque por ahí vas a un nutricionista y le decís “Somos veganos, mi hijo va a ser vegano” y te dice “Sacrilegio, le estás haciendo un daño a tu hijo, lo vas a matar”. Es fundamental saber qué le vas a dar de comer, conocer alimentos nuevos, y aprender a combinar bien los ya conocidos. Porque vos podés ser un vegano perfectamente saludable, pero también podes ser un vegano de coca cola y papas fritas, o no? O no son veganas la coca cola y las papas fritas. La información es fundamental.
Dante se despierta sonriente, es momento de jugar un poquito; él marca el fin de la entrevista. Charlamos sobre los precios de los orgánicos, sobre los maltratos a los animales en industria alimentaria, sobre la leche de formula… sobre los sueños a futuro, como siempre que se tiene un bebe en brazos…
-¿Como te ves de acá a 5 años?
-Espero recibida! (Se ríe). Mi proyecto es abrir un espacio multidisciplinario para mujeres; donde recibir embarazadas y poder brindar clases de actividad física, dar ahí charlas de lactancia, acompañar a las familias durante el embarazo, nacimiento y puerperio. Construir un espacio de crianza y promover hábitos saludables. Un espacio que reciba a grupos para escuchar, hablar y compartir, descubrir que estamos todas en la misma y no pasa nada, es muy liberador.
Trabajar el físico hace bien, pero ir más allá de lo estético es lo más importante, porque las tetas se caen y la cola también. La vida sigue.
Cecilia Andrada
CONVIVIR