Después de tantos acontecimientos vividos- cada uno debe elegir de qué lado del camino está parado. Es que día a día, con nuestras acciones, con las palabras que decimos y con nuestra manera de pensar, creamos la vida que vivimos y formamos la sociedad de la que somos un pequeño engranaje.
Día a día construimos nuestro presente y nuestro futuro. No viene alguien de afuera y nos cambia el rumbo. Todos somos responsables de la vida que manifestamos. ¿Somos pobres? ¿Estamos enfermos? ¿No tenemos quien nos quiera? ¿No nos gusta la vida como la estamos viviendo?.
¿Quién tiene la culpa? ¿Los gobiernos? ¿Los padres? ¿Un marido o una esposa posesivos? ¿Un jefe insoportable? ¿Haber tenido “mala suerte” en la vida?…
Nosotros permitimos, nosotros le damos “el Ok” a las cosas para que pasen; o creamos las situaciones que las hacen posibles. Ya no tiene sentido, ya no vale la pena continuar pensando en términos de ser las “víctimas”, imaginando que todo nos sale mal por causas ajenas. Como personas individuales, como pueblo, como raza humana, nos llegó el tiempo de la adultez.
La manera de vivir que elegimos personalmente y en conjunto nos llevó por los caminos que estamos transitando. Las pruebas están a la vista. Tantos padecimientos, grandes y chicos, nos llevan a “ponernos los pantalones largos” y asumir que ya nos tenemos que dejar de poner las culpas de lo que nos pasa en los demás.
Tenemos que reconocernos como adultos responsables y re-pensar la vida para saber cómo vamos a vivirla de ahora en más.
Decirnos qué es lo que ya no queremos de ahora en adelante, sentarnos a planificar cómo deseamos que sean el resto de nuestros días y cómo vamos a trabajar para lograrlo.
Estamos descubriendo que no somos islas y que mediante las acciones en conjunto logramos lo que queremos. Es el momento de plantearnos muy seriamente qué es realmente lo que ansiamos para nosotros y para nuestros hijos y nietos.
Recuperemos la solidaridad, la alegría, el buen trato y -sobre todo- la responsabilidad.
Ya no hay tiempo para otra cosa. Ya nos graduamos de adultos con tanto padecimiento.
Llegó el momento de comprender que lo que vivimos hasta ahora nos llevó a un callejón sin salida. Habrá que dar marcha atrás y recuperar los mejores valores para seguir adelante.
El pueblo Maya se saludaba con las palabras: “In la K’ech”.
Quiere decir “Yo soy otro tú”.
O que todos somos lo mismo.
Y completaban su saludo: “A la K’en”, “Tú eres yo”
M.S.F