Hace unos años y durante mucho tiempo escribí artículos sobre dietética y nutrición natural para varias revistas especializadas.
El tema de ese momento giraba alrededor del cambio que se estaba produciendo en los hábitos alimenticios y la gran confusión y miedo que ello significaba.
Las dudas estaban centradas en los alimentos, en analizar cuáles eran “buenos” y cuáles eran “malos” y se ponía así al descubierto el desconocimiento que se tenía acerca de qué significa alimentarse, de cómo equilibrar las comidas diarias y, en especial, de lo que es nutrirse.
Hoy el escenario ha cambiado. Circula una mayor información, hay una mayor decisión de desprenderse de lo conocido y buscar nuevas alternativas.
El tradicional paradigma que ve al hombre como una máquina está siendo desplazado por el que pone el acento en la persona como un Todo y esto constituye una verdadera revolución científica y personal.
Requiere nuevos abordajes, ampliar conocimientos y dejar de lado los condicionamientos y prejuicios culturales acerca de la alimentación, teniendo en cuenta que algunos llaman a la nuestra, la Era de Oro de la Nutrición por los permanentes descubrimientos que realizan los investigadores.
Pero nuevamente crecen las dudas… el cambio se presenta pero parecen faltar herramientas para sostenerlo.
Muchas personas buscan mejorar su calidad de vida y dejan de comer algunos alimentos, en especial carnes, pero el bienestar prometido a veces no aparece. Muy por el contrario y tanto profesionales de la salud como medios de difusión comienzan a denostar a vegetarianos y veganos.
Como un intento de dar una respuesta, hace mucho tiempo que comienzo las clases o las charlas con una frase: Aprender a sumar antes de restar.
Porque el tema de fondo, en realidad, no es el de comer o no comer carne, sino saber qué debemos conocer para sumar y no sufrir carencias por lo que estamos restando.
Vegetarianismo y cambio de hábitos
No se es vegetariano entonces porque se deja de comer carne, como muchos creen. Implica un verdadero compromiso no sólo con uno mismo sino con el entorno y una toma de conciencia de la responsabilidad que ello implica.
El cambio en la alimentación es aquí mucho más que un cambio de hábitos. Se trata de la exteriorización concreta de una transformación interior.
El eje aparente está puesto en el cambio de alimento. El eje real es que para que ello tenga lugar tiene que darse una modificación profunda de nuestro Ser y que nos lleva a reaprender a elegir lo que es nutritivo en lugar de seguir incorporando lo que es tóxico.
Ese es en realidad el cambio, un verdadero proceso alquímico. Al reconocernos como un Todo, cuerpo-mente-emociones-espíritu, podemos entonces comprender cómo esta modificación se percibe en cada uno de estos niveles. Y desde luego también con nuestro entorno.
Vegetariano? Vegano?
Y para poder entender un poco más, los invito a acercarse al sentido de las palabras vegetariano y vegano
Hagamos un poco de historia. Nos remontamos al año 1847 cuando la Sociedad Británica científica buscó un término que fuera más adecuado que el de “dieta vegetal” o “dieta sin carne”.
Es así que encontraron la palabra latina “vegetus” que significa “completo, fresco, lleno de vida” tal como se utiliza en el antiguo término latino “homo vegetus”, aplicado a una persona vigorosa física y mentalmente.
Con este término, los vegetarianos ingleses intentaban dar un tono filosófico y moral al tipo de vida que querían llevar. Así quedó fundada la Sociedad Británica de Vegetarianos, que incluían derivados de origen animal.
Ser vegetariano entonces excede el mero hecho de no comer carne. Es un modo de vida.
En 1944, Donald Watson decidió fundar otra asociación con la misma idea pero con la propuesta de no consumir nada de origen animal.
Tomó las tres primeras y las tres últimas letras de vegetariano y así se formó la palabra vegano.
También el veganismo excede la idea de dieta o de opción alimentaria dado que es un estilo de vida donde no sólo se plantea no comer animales o sus derivados sino que evita ropas y calzados de procedencia animal.
A la par del vegetarianismo y del veganismo crece otra propuesta, la del crudiveganismo vinculado a la “alimentación viva” y que consiste en consumir alimentos que no estén expuestos a una cocción superior a la producida por el sol, alrededor de 40ºC.
Como podemos ver, los términos tan comunes de vegetariano o vegano o crudivegano trascienden los rótulos y la idea de dieta. Recién cuando se comprende el profundo sentido de transformación que produce es cuando se los puede reconocer como el modo de vivir en plenitud y armonía.
Y también, comer sin gluten?
Como parte del cambio en el consumo de alimentos tradicionales no podemos dejar de señalar la creciente necesidad de comer sin gluten, algo reservado hasta no hace mucho tiempo a personas con celiaquía.
Lo que al comienzo fue tomado como una moda, fue dejando paso a la comprensión de que las dietas sin TACC tienen su razón de ser.
Por un lado, es nuestro organismo el que se ha sensibilizado al tener que adaptarse a muchos alimentos inadecuados pero por otro, es el trigo el que desde sus orígenes hasta ahora ha sufrido dramáticas mutaciones genéticas. Por ello ha dejado de ser el ingrediente principal y necesario del pan de cada día… ahora se ha transformado en algo del que debemos de cuidarnos.
Y nuevamente nos vemos en la necesidad de aprender a elegir, a conocer e incorporar otros cereales esta vez sin gluten.
Pero lo interesante de saber que los inconvenientes que hoy analizamos ya eran conocidos en la antigüedad.
Así igual que con la palabra vegetariano, al analizar el origen de la palabra gluten no podemos menos que sorprendernos. Proviene del latín y significa “cola, goma o materia viscosa de origen orgánico” y se sabe que en la Antigua Roma se utilizaba para amalgamar o adherir.
Esto es precisamente lo que sucede: se adhiere a las paredes intestinales produciendo un intestino permeable, vía de acceso a microorganismos patógenos, sustancias tóxicas o alimentos no digeridos.
Síntesis: Estamos atravesando un momento privilegiado de la historia, con luces y sombras en cuanto a la posibilidad de mejorar nuestra calidad de vida.
Sombras de la mano de una industria que cada vez busca reemplazar nutrientes por químicos.
Pero la iluminación proviene de cada uno de nosotros y depende de nuestras elecciones conscientes y responsables.
Hoy ya no podemos seguir los caminos de nuestros padres o abuelos. Tenemos que encontrar nuestro propio sendero y transitarlo modificando muchas veces conceptos ya vacíos de contenido.
Es así como podremos lograr promover la Salud y prevenir la Enfermedad.
Lic. Juana Tucci
Directora de IATENA | www.iatena.com.ar