Fijarnos en lo actuado y tomar nota de lo que no queremos repetir, lo que ya no nos sirve, es el primer paso. Hasta nos podemos hacer una ceremonia personal, tomándonos una cerveza o lo que más nos guste, para revisar dónde estamos
parados y cómo nos lleva la vida. Te diría que si lo pasado no nos satisface, es muy positivo agradecer por esas experiencias y decirnos que trataremos de evitar que vuelvan a repetirse, desarmándolas, quitándoles todo poder. Concentrarnos en lo bueno que necesitamos y ocupar nuestra cabeza y nuestro tiempo en obtener lo que esperamos.
Los cambios se logran con voluntad de hacer y teniendo fe en nuestras capacidades.
Por eso cuando realicemos esa revisión que propongo, concentrémonos en cada componente de nuestras vidas para visualizar sinceramente dónde flaqueamos y cómo lo vamos a mejorar. Sea la relación de pareja, los hijos, el trabajo (o la carencia de los mismos), la salud, o lo que haga falta.
No tener grandes expectativas es una manera de quitarnos ansiedades.
Y ser agradecidos desencadena que más cosas buenas lleguen a nosotros.
Si nos programamos los pasos que queremos seguir durante el año, jugamos con ventaja.
Nos vamos adelantando a cualquier acontecimiento y en caso de que no sea positivo tendre- mos antes la posibilidad de cambiarlo.
Recordemos que aquello en lo que fijamos nuestra atención es lo que atraemos.
Tendremos que ser cautos y no descuidarnos, vigilando en qué nos ocupamos para no descuidarnos.
Y, más que nunca, mantenernos cerca de los afectos y de las personas con energías positivas, porque lo bueno se multiplica por afinidad.
Y lo contrario también. Una buena vida no es fruto de la casualidad, hay que trabajar para lograrla.
M.S.F