Obesidad, la madre de todos los problemas

En estos momentos, en que nos preocupa la salud, pero quizás, llegando el verano, nuestra mayor ansiedad sea cómo se presenta nuestro cuerpo!!

Quizás podamos aprovechar este estímulo para mejorar, además de lo visual, que es importante, lo relacionado con la prevención de enfermedades…en especial las crónicas, no sólo obesidad y diabetes  -las más conocidas-, sino también las relacionadas con el sistema inmunológico, cáncer, artritis, enfermedades cardiovasculares…

Es tan dañina la obesidad? Si esta pregunta la hubiésemos hecho hace 50 años, cuando se estimaban más los niños y las mujeres rozagantes, porque representaban un estatus económico acomodado, que les permitía tener comidas que nos horrorizarían ahora… como tortillas de 12 huevos (!!!), la respuesta sería negativa…

Por qué ahora encendemos la TV y escuchamos una serie de consejos, acertados o no, para enfrentarnos a esta epidemia mundial?

Comencemos por el principio: qué es la obesidad? NO es el aumento de peso, sino el de tejido graso -adiposo- que va invadiendo nuestros órganos provocando un estado de inflamación crónica que altera sus funciones.

Actualmente se divide el tejido adiposo en dos grandes grupos con características distintas: la “grasa blanca”, conocida desde hace tiempo, y la “grasa marrón”, que se encontraba en niños recién nacidos y producía el calor necesario para mantenerlos con vida en caso necesario. Esta grasa tiene una gran cantidad de mitocondrias, que le dan el color y que les permite “quemar las calorías”.

Hace muy poco tiempo, con técnicas especiales, pudieron localizarse acúmulos de grasa marrón en distintas partes del cuerpo, en cuello, espalda, zona renal, tiroides…

Los estudios actuales están estudiando la posibilidad de actuar estimulado el crecimiento de la grasa marrón, aumentando su cantidad y facilitar la eliminación del exceso de calorías, pero ya la naturaleza se ha encargado de ello, a través de varios medios.

Uno de ellos es el cambio alimentario del tipo de grasas, aumentando las grasas poliinsaturadas, alimentos esenciales, conocidos como omegas -3-6-9, que se encuentran en semillas y aceites de 1era.prensada, no calentados ni refinados.

Fuentes de Omega 3: lino, chía, y también los vegetales verdes crudos.

F. de Omega 6: girasol, es el más rico en omega 6 y vitamina E -antioxidante y antienvejecimiento.

F. de Omegas 3-6-9: oliva y aceitunas, nueces, sésamo y zapallo y la leche materna, contienen las 3 grasas insaturadas.

La ingesta de 1-2 cucharadas soperas de semillas y sus aceites diariamente pueden equilibrar la balanza.

Otros alimentos reconocidos como estimuladores de la grasa marrón y al mismo tiempo antiinflamatorios son los fitonutrientes presentes en vegetales, de los cuales aún no se pueden extraer: jengibre , rico en shogaoles, no usar en hipertensos; pimientos picantes: chiles, ají riojano: no usar en intestinos inflamados o hemorroides; vinos tintos nuevos, ricos en resveratrol; en las cáscaras de cítricos orgánicos -naranja, limón, pomelo-; frutas y verduras rojas/púrpura: berries, repollo, uvas orgánicas…

Pero también existen factores físicos que podemos modificar, entre ellos, la temperatura; investigadores europeos encontraron que la grasa marrón se activa con el frío, lo que es lógico y esperable, ya que fisiológicamente está preparada para ello, aumentado la quema de grasas para obtener calor, así mismo mejora la Resistencia a la Insulina, un fenómeno que implica un mejor aprovechamiento de la hormona producida por el páncreas, y previene o evita la diabetes tipo 2 en adultos.

Ambiente obesogénico:

La sociedad que nos rodea, también ha puesto su granito de arena para colaborar en el mantenimiento de esta situación: se estimula, por un lado, el consumo de alimentos ricos –por el agregado de saborizantes, no de nutrientes- e hipercalóricos, el sedentarismo -en el trabajo, la escuela, la casa…- y la publicidad atractiva y atrapante, sobretodo en niños y adolescentes, que los lleva a ingerir alimentos -o mejor dicho, pseudoalimentos, ya que reemplazan alimentos por químicos-, que alteran no sólo el físico, sino la mente, el estado de ánimo y son capaces de favorecer enfermedades como las inmunológicas y oncológicas, aún en la infancia.

¿Qué podemos hacer? Por un lado, la familia es fundamental en el cambio: la cocina debería ser un lugar de reunión y buena discusión sobre lo que comemos, incluyendo lo que nos gusta y tratando de incorporarlo de una forma sana: en alimentación todo se puede cambiar!

Además deberíamos pedir al estado y, sobre todo a la industria alimentaria, que nos provea de alimentos completos y sanos, y se mejore la información nutricional, no sólo en calorías sino en nutrientes verdaderos…

Desde la Asociación de Médicos Naturistas queremos poner nuestro granito de arena para ayudar a promocionar un cambio en el estilo de vida, y lograr prevenir enfermedades que sí son evitables.

Por Dra. Elba Albetinazzi
Asoc. Arg. de Médicos Naturistas
www.aamenat.org

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