Cecilia Andrada – Directora
Va llegando el frío y los resfríos normales nos sorprenden, van cambiando las sensaciones… Hemos pasado por tanto… Hoy puñito con beso, la necesidad del abrazo, el cruzarte con un amigo y que nos bajemos el barbijo en señal de “soy yo, te quiero”, “¡mírame a la cara!”. Curioso es ver rostros cotidianos a los que hacía 2 años no percibías en su totalidad, y reconocer las marcas del tiempo en ellos… en mí.
El frío hace un poco bien, el aire se vuelve limpio y claro, nos devuelve al interior, simbolizado por casa, esta vez ya de otra manera, con menos miedo que los dos inviernos pasados (aunque al mencionarlo quiera tocar madera con cuatro manos). El frío también nos muestra la inequidad. Duele caminar por la calle calentito y ver la falta de techo, el mal abrigo… ¿Podré hacer algo para ayudar? ¿Una frazada y unos zapatos calmarán mi angustia…? Qué mal olor tiene este pensamiento -me digo- entendiendo lo poco que puedo hacer por el desastre social, la desigualdad, el sufrimiento del otro.
Busco en mi cabeza, dónde, dónde puede mi esfuerzo ser útil. Para colaborar por lo menos a que el desorden reinante se aplaque. Porque no vale nada una frazada, aunque quizás permita que uno, uno solo, se sienta mejor esta noche. O quizás el reconocerlo un igual, o la ternura, genere el movimiento interno que Todos necesitamos para levantarnos y buscar soluciones.
He visto voluntarios, gente de las iglesias, jovencitos, asistentes del gobierno de la ciudad, ayudando; cuando el resto estamos en casa… Ellos casi invisibles, con las manos abiertas.
La mayoría no hacemos esa clase de voluntariado, y este no es un llamamiento a recorrer las calles, pero sí a hacer mejor lo que nos toca, desde donde estamos. Porque podemos hacernos cargo de que somos responsables del mundo y del país en el que vivimos. Cada mañana tus actos están relacionados con quienes somos todos y con cómo vamos a vivir en el futuro. El agua de tus platos, de tu ducha, de tu cepillado de dientes, es de todos y hace falta, y va a hacer falta. La comida que desperdicias, hace falta, la basura que haces no desaparece por arte de magia, requiere de tu mínima voluntad de separación… y todavía no saliste de casa…
Duro me pegó la mañana… es que sin empatía y responsabilidad estamos condenados a seguir así hasta perecer, nosotros somos el otro. Nosotros somos responsables, por todo. Así que basta de excusas y levantémonos de ese suelo.
Esta edición de mayo está dedicada a la concientización de la celiaquía, condición que gran parte de los argentinos padece y muchos todavía no lo saben y lo pasan mal. Así que aquí te brindamos las herramientas que da la información, un divino tesoro.