Como veterinario, tengo la obligación de hacer docencia. La palabra Mascota para designar a los animales de compañía, sobre todo a perros y gatos, está muy mal empleada. Vamos a explicar por qué. Cuando salgo a caminar con mi perra peluda gris y alguien me para y dice: -Que linda que es su mascota. ¿Cómo se llama? Es una puñalada en el pecho. Amigo- le respondo-no es una mascota, es mi perra, mi compañera, mi peludita, mascota sería el oso Teddy no Grisel, que es como se llama. La tesis central de este artículo es que el uso generalizado del vocablo «mascota» es producto de una traducción errónea, y que su verdadero significado —la de un amuleto—no refleja la dignidad y el rol de nuestros «animales de compañía», quienes son, sin lugar a duda, compañeros de vida. Cuando estudié en la facultad de veterinaria existía la cátedra de “Animales Pequeños” que también se llamaban animales de compañía debido a su principal función la de acompañar a sus dueños. Es que los perros y gatos son un miembro más de nuestra familia. En el país del norte se los llamó “Pets” que es una expresión que se relaciona con el cariño, con la amistad, con los afectos. Una especie de “amorcitos”. Alguien con influencia, pero poco conocimiento tradujo esta expresión Pets, por Mascota. Mal, muy mal. Mascota viene de Mascot que tiene que ver con algo que se usa como talismán. La mascota es una “cosa” que nos trae suerte. Como puede ser la mascota de los juegos olímpicos o de tal o cual equipo de básquet o fútbol americano. Alguien me dirá que ya está muy impuesto y todo el mundo usa la expresión “Mascota” y tiene razón. Pero soy muy obcecado, estoy acostumbrado a ir por el camino menos concurrido. El lenguaje no es solo una herramienta descriptiva; es un constructor de realidad social y cultural. Las palabras que elegimos para nombrar algo reflejan el valor que le otorgamos. Me niego rotundamente a considerar a mis animales como si fueran amuletos, como cosas. Fíjense que nuestras leyes también tienen lo suyo. Según el código de comercio, el fuero comercial considera a los perros y gatos como cosas sujetas a tener un precio, cual si fueran un auto, un televisor, una heladera y como tal se pagarán en caso de algún daño. En cambio, desde no hace mucho el código penal los considera como “seres sintientes”, así lo menciona la ley. Sujetos que tienen emociones, que por lo tanto su valor excede en mucho lo de ser cosas. No quiero aburrir ni ser reiterativo, pero como homeópata le doy mucha importancia a las emociones. Los animales sienten y padecen sus emociones: la pena que tienen cuando su dueño fallece o hay un divorcio… se enferman de pena. Hay peleas por celos. Sufren de nostalgia cuando hay una mudanza, esto es muy marcado en los gatos. Ni que hablar cuando en nuestras vidas sufrimos la enfermedad y a veces la muerte de nuestro peludito. Recuerdo la muerte de cada uno de mis perros y gatos, a ustedes le pasará lo mismo. Mi molestia con la palabra «mascota» no es un capricho. Es una preocupación profesional y etimológica que revela un error de traducción y una mentalidad obsoleta sobre el rol de los animales. Es indigno llamarlos mascotas. Así lo siento. Si a partir de este artículo alguno de ustedes piense un poco antes de decir mascotas en lugar de perro o gato, será misión cumplida.
Hasta la próxima con Salud y Alegría.






